La descripción según A. Chéjov

En mi opinión, una verdadera descripción de la naturaleza debe ser breve, poseer carácter y relevancia. Hay que acabar con los lugares comunes como el sol poniente, bañado en las olas del mar oscurecido, virtió su oro carmesí o las golondrinas, sobrevolando la superficie del agua, gorjeaban jubilosas.

Al describir la naturaleza, uno debe atrapar pequeños detalles, arreglándolos de tal manera que con los ojos cerrados se obtenga en la mente una imagen clara. Por ejemplo, si quieres lograr el efecto total de una clara noche de luna, escribe que un trozo de cristal de una botella rota brillaba como una pequeña estrella en el estanque del molino, mientras la sombra oscura de un perro o un lobo pasó bruscamente como una pelota y así sucesivamente. La naturaleza cobrará vida si no temes comparar sus fenómenos con acciones humanas ordinarias.

En la esfera de lo psicológico, los detalles son también la clave. Dios nos libre de los lugares comunes. Primero que nada, evita describir el estado interior del héroe; tienes que tratar de que se aclare a partir de sus acciones. No es necesario retratar demasiados personajes. El centro de gravedad debe estar en dos personas: él y ella.



Este es un framento tomado de las cartas que Antón Chéjov escribió a su hermano (esta está fechada el 10 de abril de 1886).

Aunque Chéjov no llegó a escribir ningún texto de carácter conceptual sobre el cuento, su voluminosa correspondencia con colegas escritores, principiantes, editores, etc., ofrece una visión bastante completa acerca de sus concepciones sobre el relato breve, así como orientaciones técnicas y criterios de valoración crítica.

En Litterarius se pueden leer más fragmentos de cartas.

La muerte en la Edad Media y Siglos de Oro

No hay época que haya reflejado tanto la imagen de la muerte con tan continuada insistencia como el siglo XV, cuando resuena sin cesar la voz del memento mori ("recuerda que has de morir"), frase con la que se solían saludar los monjes franciscanos. Es una época dominada por una obsesión con la muerte que proviene de factores ideológicos (la conciencia de vivir en un mundo en crisis, donde el individuo aparece sometido a tensiones y fuerzas que es incapaz de controlar e incluso comprender) y sociales (las epidemias de peste que diezmaban periódicamente a la población).

Los autores literarios han afianzado diversas fórmulas en el intento de preparar al hombre para la difícil aceptación de la muerte. Algunas de estas ideas son "la muerte es el final para todos", "la muerte o Dios se lleva primero a los mejores" (en la que los reproches a la muerte y la alabanza del difunto se funden al lamento) o "la muerte conduce al conocimiento de Dios", como refleja Jorge Manrique en Coplas a la muerte de su padre:

dio el alma a quien ge la dio,
el cual la ponga en el cielo
y en su gloria:
y aunque la vida murió,
nos dexó harto consuelo
su memoria


Otra fórmula es la de "la muerte igualatoria": en la Edad Media, sobre todo en las Danzas de la muerte, se veía a ésta como la gran niveladora de las diferencias sociales en vida ya que la igualdad solo llega tras la muerte.

Algunos de los más conocidos tópicos de la tradición literaria enfocan las diferentes actitudes del hombre ante su incesante transcurrir hacia la muerte. Son el ubi sunt?; tempus fugit, y carpe diem.

El ubi sunt? ("¿dónde han ido a parar todos aquellos que antes llenaban el mundo con su gloria?") formula, bajo una interrogación retórica, sobre el paradero de las pasadas glorias y esplendores humanos, borrados por la acción del tiempo. Para reflejarlo recurre a ruina de los monumentos o el olvido de los grandes hombres y hazañas. La Edad Media vive un periodo de singular predilección por este motivo que ya se encontraba en el paganismo helénico. En el siglo XVII, la imagen de las ruinas se asocia a menudo a la manifestación de este tópico, como hace Rodrigo Caro en Canción a las ruinas de Itálica:

¿Cómo en el cerco vago
de su despierta arena
el gran pueblo no suena?
¿Dónde, pues fieras hay, está el desnudo
luchador? ¿Dónde está el atleta fuerte?
Todo desapareció; cambió la suerte
voces alegres en silencio mudo;
mas aun el tiempo da en estos despojos
espectáculos fieros a los ojos,
y miran tan confusos lo presente,
que a voces de dolor el alma siente


Este mismo tópico está también muy presente en el himno universitario europeo:

Alegrémonos pues,
mientras seamos jóvenes.
Tras la divertida juventud,
tras la incómoda vejez,
nos recibirá la tierra.

¿Dónde están los que antes que nosotros
pasaron por el mundo?
Subid al mundo de los cielos,
descended a los infiernos,
donde ellos ya estuvieron.


(Gaudeamus igitur, / iuvenes dum sumus. / Post iucundam iuventutem, / post molestam senectutem, /nos habebit humus. // Ubi sunt qui ante nos / in mundo fuere? / Vadite ad superos, / transite ad inferos, / ubi iam fuere.)

El tempus fugit refleja la inestabilidad de los hombres y la fugacidad de las cosas porque el presente es una perpetua descomposición. El tiempo lo destruye todo y, por lo tanto, todo es vanidad, como dice Quevedo:

Ya no es ayer, mañana no ha llegado;
hoy pasa y es y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado. (Fue sueño ayer...)

Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado. (¡Ah de la vida...!)

La reacción ante la muerte y el paso del tiempo es la de aprovechar el momento, el esplendor de la pasada juventud porque el paso del tiempo lo arruinará (ubi sunt?): el carpe diem ("goza del día presente") se halla en la más antigua lírica tradicional y ha inspirado algunos de nuestros más conocidos sonetos clásicos, como este de Garcilaso de la Vega:
En tanto que de rosa y d'azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que'l cabello, que en la vena
del oro s'escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco enhiesto
el viento mueve, esparce y desordena;

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que'l tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado;
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.

O este de Luis de Góngora:
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

Enlaces relacionados:

- Sáiz Ripoll, A.: La muerte en la literatura, siglos XIX y XX.
- Sáiz Ripoll, A: La muerte en la literatura: la aceptación.
- Tópicos literarios (Wikipedia).
- Tópicos clásicos (con poemas y fragmentos categorizados por tópicos).
- Sonetos del Siglo de Oro (que también están traducidos al inglés).

Contra Jaime Gil de Biedma, J. Gil de Biedma


De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación —y ya es decir—,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
—seguro de gustar— es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

[Del libro Poemas póstumos, 1968; fotografía de Guasteví en Flickr]


Enlaces de interés:

- Tiffany D. Gagliardi: Poemas póstumos por Jaime Gil de Biedma: un retrato de su último fracaso, Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid.
- Jaime Gil de Biedma: breve biografía y algunos poemas.

Manifiesto por la lengua común

Me es inevitable hablar de lo que parece ser el tema del verano (a falta de canción): el Manifiesto por la lengua común que ha promovido Fernando Savater y que tanta polémica está generando entre políticos, escritores, periodistas, académicos, etc.

Entre algunas de las opiniones que he leído me han llamado la atención las declaraciones de la Federación de Asociaciones de Escritores Galeusca quienes señalan que "o galego, o éuscaro e o catalán non son inventos recentes senón linguas que foron normais nos seus territorios e sociedades respectivas durante centos de anos" y añaden que "a súa desnormalización, a súa perda de usos públicos, non se produciu de forma natural, senón, mesmamente, por invasión da lingua que se decretou como oficial do estado, sen consulta nin acordo previo”.

¿Que fueron normales en sus territorios durante cientos de años? Creo que los de Galeusca deberían volver a abrir el libro de texto de Historia para no hacer el ridículo olvidando que fue Alfonso X el Sabio, allá por el siglo XIII, el primero que promovió el castellano como lengua común con el objetivo de difundir la cultura (¿a eso se refieren con lo de "invasión"?; ¿y a quién tenía que haber consultado el rey Sabio?) y que no fue hasta el siglo XIX, con la vuelta a la exaltación patriótica y la recuperación de la identidad de los pueblos, cuando se comenzaron a promover acciones (como el Rexurdimento gallego o la Renaixença catalana) para la recuperación de unas lenguas que durante siglos carecieron de prestigio y estuvieron marginadas.

Como hay gente que malinterpreta las referencias que alguien haga a la historia, quiero aclarar que valoro como la que más la riqueza lingüística (tanto de nuestro país como del resto del mundo) y lenguas como el vasco son una joya que hay que conservar porque es el único resto de lengua prerrománica que existe en el mundo. Pero, a mi enteder, declaraciones como las de Galeusca son un claro ejemplo de manipulación y demagogia. Y, ¿acaso no es cierto que hay una clara marginación hacia los castellanohablantes en las Comunidades bilingües? ¿Por qué es más fácil para un español trabajar en China que en Galicia, por ejemplo?
Y otra cosa que también me ha llamado la atención: que en el Manifiesto no se haga ninguna referencia al "español" como lengua; únicamente se habla de "castellano" (aunque no sé si este comentario viene a cuento).


Enlaces de interés:

- UPyD noticias
- Wikio: portal de actualidad en el que hay enlaces al Manifiesto y los que lo han suscrito por orden alfabético.
- A. Elorza: El Manifiesto, El País.
- M. Á. Ortega: A vueltas con el manifiesto por el castellano, Público.
- Félix de Azúa: ¡Socorro!, El País.
- A. Papell: El manifiesto innecesario, El Periódico de Catalunya.
- J. M. Carrascal: La izquierda intelectual y el manifiesto, ABC.
- A. Gamoneda: El Manifiesto ya no es razonable, El País y el artículo de El Mundo que le hizo retractarse.
- A. Mingote: Hay que atajar ese desastre estúpido e imbécil de la barbarie nacionalista, ABC.
- Xosé Luis Barreiro: Hablando de imposiciones, La Voz de Galicia.
- Gonzalo Pontón: Dame la lengua, El País.
- Contramanifiesto por las lenguas cooficiales. Un enrequecimiento, La Nueva España.
- A. Pérez Reverte: Mi propio manifiesto (I), XLSemanal.

El heavy bibliotecario

Muy bueno este gag de Cruz y Raya titulado El heavy bibliotecario (3:22 min.).

Construye tus propias adivinanzas

La construcción de una adivinanza: ¿es un ejercicio de lógica o de imaginación? Probablemente las dos cosas a la vez. Y más fácil de lo que pensamos; solo es cuestión de seguir unos cuantos pasos.

Podemos estudiar su construcción analizando una adivinanza popular que describe el cubo de un pozo:
Baja riendo y sube llorando.

Vemos que en la base de la definición hay un proceso de extrañamiento del objeto, que es separado de su significado y de su contexto habitual y se lo describe como un objeto que baja y sube.

En la descripción se insinúa un trabajo de asociación y comparación que se ejerce, no sobre el objeto, sino sobre una de sus características: el rumor del chirrido del cubo cuando baja es diferente de cuando sube.

La clave de la nueva definición está en la metáfora que sugiere el verbo llorar: cuando sube el cubo se balancea y el agua gotea: llora. Y de esta metáfora nace, por oposición la primera: ríe.

El análisis nos da la clave para la construcción de una adivinanza:
extrañamiento-asociación-metáfora

Podemos probar esta regla con un objeto cualquiera: por ejemplo, un bolígrafo.

1.ª operación: extrañamiento. Hay que definir el bolígrafo como si lo viéramos por primera vez:


bastoncillo por lo general de plástico, con forma cilíndrica terminado en una punta cónica cuya característica es dejar una huella visible sobre una superficie que suele ser blanca y llana (papel).

Esta primera operación es la más importante: el extrañamiento hace posible las asociaciones menos tópicas, menos trilladas, y permite el surgimiento de metáforas sorprendentes.

2.ª operación: asociación y comparación. La superficie se presta a crear, mediante imágenes, aperturas a nuevos significados. ¿En qué puede convertirse una hoja de papel en blanco? O por la forma: ¿a qué nos recuerda una hoja en blanco? (camisa sin botones, bata blanca de cualquier profesional…).

Por analogía, la huella que deja el objeto, ¿a qué nos puede recordar? Y si jugamos con la posibilidad de los colores podemos crear un contraste entre el blanco y el negro.

3.ª operación: la metáfora final. Estamos listos ahora para una definición metafórica del bolígrafo. Por ejemplo:


Es algo que traza un sendero negro en un campo blanco.

4.ª operación (no indispensable): la rima. Consiste en darle cierta forma atrayente a la definición misteriosa. A menudo las adivinanzas se formulan en versos:


Sobre un campo blanco
traza un negro sendero.

Un tipo de adivinanzas son las que incluyen la palabra que hay que acertar dentro del texto:

Blanco por dentro,
verde por fuera;
si quieres que te lo diga,
espera.

Por un caminito adelante
va caminando un bicho
y el nombre de ese bicho
ya te lo he dicho.



Enlaces de interés en los que podéis leer adivinanzas y enviar las vuestras:

- Geocities
- Acertijos y enigmas
- Adivina, adivinanza (adivinanzas para niños clasificadas por temas)

Palabras para Julia, J. A. Goytisolo

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía, es mejor vivir
con la alegría de los hombres,
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto,
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno,
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti,
cuando te escribo estas palabras,
pienso también en otros hombres.

Tu destino está en los demás,
tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname, no sé decirte
nada más, pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.



Del poema de José Agustín Goytisolo se han hecho varias versiones musicales como esta, estupenda, de Los Suaves:



Consejos de A. Monterroso sobre el arte de escribir

1. La cualidad principal de la prosa es la precisión: decir lo que se quiere decir, sin adornos no frases notorias. En cuanto la prosa ‘se ve’, es mala. En tanto que cada verso debe verse y brillar independientemente de los que lo preceden o siguen, en prosa la función de cada frase es tan solo la de llevar a la siguiente. Si un verso es bueno, nunca sobra; pero en prosa hay que renunciar a muchas frases buenas en honor de decir solo lo necesario.

2. En un cuento moderno a nadie se le ocurre decir cosas elevadas, porque se considera de mal gusto, y probablemente lo sea; en cambio, si usted atribuye ideas elevadas a un animal, digamos a una pulga, los lectores sí lo aceptan, porque entonces creen que se trata de una broma y se ríen y la cosa elevada no les hace ningún daño, o ni siquiera la notan.

3. Uno debería ser borrado por sus personajes, de quienes uno apenas estuvo al servicio. Gulliver rebasa a Swift y Otelo a Shakespeare. En cambio, Leopoldo Bloom no ha podido hacer que Joyce permanezca tras la cortina. Lo mismo sucede con Kafka; sus personajes le sirven más a él que él a ellos. El más sabio ha sido Cervantes al esconderse tras otro nombre para contar la historia de don Quijote, incluso al grado de que se ha llegado a considerarlo un idiota al lado de su personaje.


Enlaces relacionados:

- Viaje al centro de la fábula
-
Augusto Monterroso

Instrucciones para llorar, Julio Cortázar


Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.

[Imagen: Reading Well, Flickr]

Enlaces relacionados:
- Juan José Martínez Sánchez: Breve aproximación al humor en Historia de cronopios y de famas (La guirnalda polar).
- Julio Cortázar (página oficial).

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