Alejandra Pizarnik

Flora Alejandra Pizarnik (1936-1972) fue una poeta y traductora argentina de quien podría decirse que vivió como una funambulista, siempre con el riesgo de perder el equilibrio... hasta que se lanzó al vacío (y sin red).

Foto de ABC


Su vida fue un eterno huir. Huir de su hermana perfecta (su infancia estuvo marcada por la comparativa con su hermana); huir de las convenciones sociales (es la "chica rara" del colegio); huir de su tendencia a la gordura (con barbitúricos y anfetaminas); huir de sí misma (se siente prisionera del asma y la tartamudez); huir del dolor (con analgésicos); huir de Argentina (se va a París); huir de los estudios convencionales para dedicarse escritura; huir, en definitiva, de la vida.

Imagen de CVC Cervantes


Murió con 36 años. Lo hizo aprovechando un fin de semana de permiso. Había salido del hospital psiquiátrico de Buenos Aires donde estaba ingresada por un cuadro depresivo y tras dos intentos de suicidio. El tercero, con cincuenta pastillas de Seconal, fue el definitivo.

Su obra ha sido una de las más rupturistas y de mayor influencia en la poesía contemporánea.


👉Más información sobre Pizarnik en CVC Cervantes.

👉En cultura.gob.ar tienes 13 poemas suyos.


El miedo

En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labios muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.





Los diez derechos del lector

No es tontería. No. Que uno de los derechos de todo lector es dejar de leer un libro si no te gusta. Hay, de hecho, 36.000 motivos por los que dejar de leer un libro. Yo, incluso, he llegado a abandonar algún libro cuando me quedaban 20 páginas (a saber: La chica del tren -de una autora de cuyo nombre no me apetece acordarme- y Recursos inhumanos -una decepción por parte de un autor que me gusta mucho, Pierre Lemaitre-). He abandonado muchos más, pero nombro estos por ser los dos últimos.

😤😤😤😤😤😤😤


Este derecho lo descubrí un día de mi adolescencia. Creía que había que terminar todo libro que comenzara. Eso no me detenía a la hora de leer, porque siempre he sido lectora. Y reconozco que Guerra y paz, de Leon Tolstoi, lo terminé (y me gustó) gracias a no conocer ese derecho (tal vez tuviese 15 o 16 años cuando leí los dos primeros volúmenes) una novela que me hizo descubrir el derecho a saltarme aburridas páginas sobre la guerra. Me las saltaba a escondidas, como si el hecho de que alguien me descubriera haciéndolo fuera una especie de agravio a vaya usted a saber qué o quién. 


Y cuando les cuento esto a mis alumnos, que pueden dejar de leer si no les gusta, o que en un libro de cuentos puedes leer un cuento, dejarlo, y volver a leer otro cuando quieran, y leerlos en desorden. O que un libro puedes elegirlo porque te atrae la portada, o porque empieza de determinada manera, o porque tiene ilustraciones... Me escuchan embelesados como si les estuviera descubriendo todo un mundo. Bueno, pues lo cuento porque tengo una clase entera de 3º de la ESO enganchados a la lectura porque saben que tienen esta libertad. Y me siento orgullosa de este logro. 

Así que me apetece actualizar estos derechos que Daniel Pennac incluyó en el libro Como una novela. En esta obra Pennac se propone la tarea de que los adolescentes pierdan el miedo a la lectura. La novela tiene algunos años, pero... ¿qué más da cuándo se publicó? Los buenos ensayos no pierden vigencia, de la misma manera que estos diez mandamientos (ilustrados por el magnífico Quentin Blake) deberían estar colgados en las aulas de todos los centros escolares.



Bravo por Pennac: el primero de los derechos es el derecho a no leer. A partir de ahí, todo vale.



🙋Me encantaría que participaras en esta entrada contestando a esta sencilla pregunta: 
¿Cuál ha sido el último libro que has abandonado antes de llegar al final?


El lector de Julio Verne, Almudena Grandes

La gente dice que en Andalucía siempre hace buen tiempo, pero en mi pueblo, en invierno, nos moríamos de frío.

Antes que la nieve, y a traición, llegaba el hielo. Cuando los días todavía eran largos, cuando el sol del mediodía aún calentaba y bajábamos al río a jugar por las tardes, el aire se afilaba de pronto y se volvía más limpio, y luego viento, un viento tan cruel y delicado como si estuviera hecho de cristal, un cristal aéreo y transparente que bajaba silbando de la sierra sin levantar el polvo de las calles.

Así comienza esta entretenida, interesante y absorbente novela que forma parte de la serie "Episodios de una guerra interminable" escrita por Almudena Grandes en 2012. Es la segunda novela de esta saga.





Es una historia sobre la amistad. La que nace entre Nino (un niño de 9 años) con dos adultos: Pepe el Portugués (un misterioso forastero que vive en un molino en el monte) y Elena (que le abrirá las puertas al mundo de los libros).

Nada más abrir el libro, encontramos este emotivo poema de Cernuda:




¿De qué va?



El desarrollo de la historia abarca tres años (los que van de 1947 a 1949). 

Nino vive en Fuensanta de Martos con su familia, en una casa cuartel. La vida no es fácil para un niño que tiene inquietudes más allá de los planes del padre porque siga sus pasos de convertirse en guardia civil. Sin embargo, Nino siente que no encaja ni en ese pueblo cerrado ni con sus habitantes ni con su padre. Pepe el Portugués (que se convierte en el modelo de hombre que Nino quiere ser), doña Elena (su profesora particular) y los libros irán abriendo la mente de Nino (maravillosa es la parte de la novela en la que Nino entra en la casa de Elena y descubre su magnífica biblioteca). 

Nino se irá desengañando de muchas cosas al tiempo que descubrirá que la vida nunca es lo que parece. Pepe el Portugués le pregunta:

¿Qué clase de persona vas a ser tú? ¿A quién quieres parecerte?


Los personajes están determinados por sus propias circunstancias, por la necesidad de sobrevivir con toda la crudeza de la posguerra española (que en realidad sigue siendo una guerra).

Pero la novela es mucho más. Habla de los guerrilleros que tenían que esconderse en el monte, de los maquis, de la represión, de la sexualidad o de la hipocresía.

Así cuenta Almudena Grandes qué fue lo que le inspiró a escribir esta historia:







Enlaces multimedia

✅ En este vídeo del canal de TusquetsEditories en Youtube, Almudena Grandes describe a los personajes de la novela.

✅ En la web Planeta de Libros puedes escuchar un fragmento de la novela.


¿Por qué me ha gustado?

👉Porque la historia está narrada desde el punto de vista de un niño, y eso añade dramatismo y rabia al sinsentido de lo ocurrido.

Pensé que no era tan difícil decidir, que fingir era fácil, que llevaba toda la vida fingiendo, mintiendo, mintiéndome a mí mismo y a los demás [...]

👉 Porque los apodos de los personajes son geniales (y reales): Mediamujer, Saltacharquitos, Michelín, Ceulloduro, Fingenegocios, Comerrelojes, Regalito,...

👉Porque el descubrimiento de la lectura como fuente de placer es una de las cosas más maravillosas que te pueden pasar en la vida; el amor por los libros que va naciendo en Nino es el que cualquier amante de los libros ha vivido. El libro es todo un homenaje a la literatura, especialmente a los libros de Julio Verne. Dan ganas de volver a leerlos después del entusiasmo de Nino por su lectura.

👉 Por la magnífica ambientación y el rigor histórico.

👉 Por la fuerza de los personajes femeninos.

👉 Por el lenguaje tan rico y lleno de matices que consigue transmitir todo el drama que envuelve la vida de los personajes.

👎 Quizás como única pega encuentre que el exceso de personajes puede llegar a confundir un poco (a veces he tenido que retroceder para buscar sus primeras referencias, o subrayarlos para no perderme). En cualquier caso, los motes y apodos ayudan a no perderse.


Suelo huir de las novelas ambientadas en la guerra civil. No es un tema que me atraiga especialmente. Por otro lado, tenía una espina con Almudena Grandes. Hace mucho tiempo lo había intentado con Malena es nombre de tango y no encajé con la historia. Sin embargo, había leído críticas muy buenas de esta novela, así que me animé y me alegro muchísimo de haberlo hecho. Solo puedo recomendar leerla y yo, por mi parte, continuaré con esta saga y con otras novelas suyas.



Nota: 9/10


 

La niebla

La niebla




Acabo de comprar La niebla, de Stephen King a un librero de la Cuesta de Moyano. Se lleva una primera edición (me dijo) firmada por el mismísimo King un año que vino a la Feria del Libro.

Me siento en un banco y comienzo a leer. Al poco, levanto la vista. 

Es inusual este silencio en el centro de Madrid.

Virginia y Edgar

Hace muchos, muchos años 
en un reino junto al mar 
vivió una doncella que tal vez conozcas 
llamada Annabel Lee.

Así comienza el poema Annabel Lee, el último escrito por Edgar Allan Poe. Pero, ¿quién era Annabel Lee? 

La hipótesis más plausible es que se trata de Virginia Eliza Clemm, prima, esposa y (me apetece pensar) gran amor de Edgar.




Ambos éramos niños
en este reino junto al mar

Virginia Eliza Clemm tenía 7 años cuando se conocieron. Edgar tuvo que ir a vivir a Baltimore a la casa de su tía Maria Poe (la madre de Virginia) tras el fallecimiento del hermano mayor de Edgar.

Pero no fue un amor a primera vista. Fue un amor cocinado a fuego lento, fruto de la convivencia. Cuando Edgar fue a vivir con su tía Maria, se enamoró de una vecina, Mary Devereaux. Y era su prima Virginia quien hacía de mensajera entre los enamorados.

Al poco tiempo, Edgar tuvo que mudarse por trabajo y ya por aquel entonces estaba enamorado de su prima y quería casarse con ella. Pero Virginia solo tenía 13 años. Me imagino que la madre y demás familiares verían poco menos que escandaloso ese matrimonio (él tenía 27 años), aunque finalmente acaba fiándose de las buenas intenciones de Edgar y de la libre decisión de Virginia. La ceremonia se celebra en 1836. 


Y esta doncella vivía sin otro pensamiento
que amarme y ser amada por mí.

El significado de doncella es "mujer joven, especialmente la que es virgen". Y esa palabra es lo que ha llevado a algunos biógrafos a la conclusión de que Virginia murió siendo virgen. Es decir, que en los once años de matrimonio, los esposos no mantendrían relaciones sexuales. En opinión de los biógrafos, a Edgar las mujeres y el sexo no le interesaban demasiado.

Cuesta creer algo así sobre todo teniendo en cuenta los rumores que, ciertos o no, circularon referentes a Edgar y sus infidelidades.    

Virginia, harta de tanto flirteo, escribió un poema a su marido que es una preciosa declaración de amor, fechado un 14 de febrero. Tuvo, además, la maestría de formar un acróstico (las primeras letras de cada verso forman el nombre de su marido).

Virginia le pide a Edgar alejarse, huir, vivir su amor de una manera tranquila y serena. Es el tópico del Beatus Ille: dichoso aquel que disfruta de la tranquilidad del campo lejos del caos de la ciudad: "Dame una cabaña por hogar [...] lejos del mundo con sus pecados y sus preocupaciones / En perfecta calma gozaremos apartados del mundo y sus reclamos".


He aquí la traducción:


Virginia habla "del cotilleo de muchas lenguas", es decir, de las murmuraciones sobre los flirteos de Edgar. 

Pero Edgar no la escucha. O no sabe complacerla. 

Amaba profundamente a su esposa, pero no puede evitar tontear con otras mujeres. Quizás sea cierto que no hubo engaño. Quizás sea cierto que las malas lenguas provocaron la caída de un hombre que pecó de ingenuo. Quizás no hubiera más que confianza y amistad entre él y las otras mujeres, todas escritoras, poetas, admiradoras de Poe, editor de muchas de ellas al publicar sus escritos en el periódico del que era copropietario. Pero llega un día en que una de estas mujeres, obsesionada con Poe, se convierte en un grano en el culo. Siempre hay alguien.

"Ellet me ha asesinado", llega a decir Virginia en su lecho de muerte.

¿Por qué dice esto Virginia? Merece la pena detenerse un momento y contarlo.



 El  CULEBRÓN 

Fanny, la amiga coqueta



Estamos en 1845

Poe elogia en una conferencia en Nueva York a una famosa poeta estadounidense, Frances Sargent Osgood (más conocida como Fanny). Ella le escribe para agradecerle los elogios. Edgar publica una selección de poemas suyos en el periódico del que era copropietario. Algunos de esos poemas estaban dedicados a Edgar. Por su parte, Edgar escribió poemas dedicados a Fanny. Parece ser que la coquetería no fue más allá que ese intercambio poético/epistolar

Virginia estaba encantada con la influencia que Fanny ejercía sobre Edgar y la invita a menudo a su casa ya que veía que su marido no empinaba tanto el codo cuando Fanny estaba cerca.


Elizabeth Ellet, la celosa enamorada



Edgar estaba en la cima de su carrera (acaba de publicar El cuervo). 

Entra en escena otra de sus admiradoras: Elizabeth F. Lummis Ellet (también escritora y a quien llamaremos Ellet). Enamorada de Poe, sentía unos celos terribles de la relación del escritor con otras mujeres, especialmente con Fanny, con quien tenía tan buen rollo. Él, sin embargo, no quería nada con Ellet. Tacto el hombre tenía poco (por no decir nada), porque no se le ocurre otra cosa que escribir en una carta dirigida a otra mujer (Sarah Ellen Whitman, con la que estuvo a punto de casarse al año de enviudar) que el amor de Ellet por él es repugnante. A pesar de todo, continuó manteniendo relación (de editor) con ella ya que le publicó varios poemas en el periódico. No contaba con que Ellet era tan retorcida como los tirabuzones que lucía.

Un día, Ellet estaba de visita en casa de Edgar y Virginia. Abusando de la confianza de los anfitriones, descubrió unas cartas escritas por Fanny a Edgar (Ellet dijo que se las había enseñado Virginia). Ellet, menudo bicho malo, contactó con Fanny para advertirle de que tuviera cuidado con sus indiscreciones y que convendría que recuperase esas cartas. Me imagino que le diría que Edgar podía sacarlas a la luz y la otra se lo creyó. La inocente sardina picó el anzuelo. Junta a una persona diestra en el arte de meter cizaña con otra fácilmente manipulable, y tendrás como resultado un perfecto títere a tu disposición.

Fanny envió a una intermediaria a buscar las cartas. Edgar, molesto por semejante violación de su intimidad, las llamó "metomentodos" y le sugirió a Ellet que cuidase sus propias cartas (en una de las cartas ella le pedía a Edgar que le visitara en su residencia esa noche).

Así que Edgar cogió las cartas de Ellet y se las llevó a su casa. 


William Lummis, el hermano de Ellet

Ellet tiene ganas de seguir con la guerra y lanza su siguiente movimiento. Niega que Edgar le haya devuelto las cartas. Así que le pide a su hermano, William Lummis, un coronel de armas tomar, que intermedie. 

William no cree a Edgar cuando este le dice que ya se las devolvió a Ellet. Edgar le asegura que sí. William, señalando al escritor con el dedo índice, le amenaza de muerte.  


Thomas Dunn English, el "amigo" de Edgar

La cosa se va liando por momentos y los incrédulos crecen como setas en el bosque. 

Temiendo por su vida, Edgar le pide una pistola a su amigo Thomas Dunn English. Pero tampoco Thomas le cree. Ni siquiera cree en la existencia de esas cartas. "Cría cuervos y te sacarán los ojos", debió de pensar Edgar. Con semejante amigo, quién quiere enemigos.

Edgar, enfadado, se enzarza en una pelea con English. Cada cual se proclamaría vencedor en este duelo a puñetazo limpio.


Samuel, el marido de Fanny

Fanny y su marido llevaban un tiempo separados. Eso no evita que el marido, Samuel Stillman Osgood (famoso retratista) amenazase con demandar a Ellet a menos que esta se disculpara públicamente

Ellet, herida en su orgullo, no iba a dar su brazo a torcer. Después de la que había liado, reconocerlo hubiera significado una humillación pública y admitir unos sentimientos hacia Poe que sin duda ya no sentía. Más bien, a estas alturas, debía de odiarle a muerte. Así que sin remordimientos de ningún tipo juró y perjuró que toda la culpa había sido de Edgar, insinuando además que era un alcohólico y que era "proclive a actos de locura". 

La mecha ya estaba encendida. Los enemigos del escritor, frotándose las manos, vieron aquí su oportunidad. La locura de Edgar Allan Poe comenzó a hacerse pública a través de la prensa. Mezcla infidelidades, cartas picantes, alcohol y locura y ya tenemos la perfecta combinación morbosa para un cóctel de desprestigio. 

"Esto te pasa por no haber querido ser mi amante", debió de pensar Ellet en voz alta frente a alguna foto del escritor. 

Como antagonista es un personaje maravilloso.



Virginia, la sufrida esposa 

El escándalo va remitiendo al mismo tiempo que Fanny y Samuel se reconcilian. Poco a poco las aguas vuelven a su cauce y cada cual retoma su vida. 

¿Y cómo está Virginia? 

Virginia, amante esposa de Edgar, mujer noble, leal y sensible, queda muy afectada por todo el escándalo. Hay que añadir que desde hacía algún tiempo recibía cartas anónimas sobre las indiscreciones de Edgar. Sería fácil deducir quién estaba detrás de estos anónimos. Y Virginia lo sabe. Por eso, en su lecho de muerte, dirá: "Ellet me ha asesinado".

Virginia se siente cada vez más débil. La familia lleva ya un tiempo viviendo en una casa de campo, a varios kilómetros de Nueva York. La tuberculosis (misma enfermedad que llevó a la tumba a la madre de Edgar) mina día a día su salud. Edgar, tras un periodo de abstinencia, ha vuelto a la bebida. Virginia sabe que el fin está cerca y le pide a su madre que cuide de su "pobre Eddy".



(como todos saben
en este reino junto al mar)
el viento salió de la nube por la noche
para helar y matar a mi Annabel Lee.

Tras cinco años de enfermedad, Virginia se muere un 30 de enero de 1847, con tan solo 24 años. Edgar, lleno de tristeza, no quiere ver el cadáver. El recuerdo que desea mantener es el de ella viva.

Pocas horas después de su muerte, el escritor se da cuenta de que no tiene ningún retrato de ella y encarga que le hagan uno en acuarela. El dibujante la retrata de lado, con la cabeza un poco ladeada y una ligera papada. Es un retrato hecho a partir del cadáver.


y cuando llega la marea nocturna, 
me acuesto justo al lado
de mi amada -mi amada- mi vida y mi prometida
en su sepulcro allí junto al mar
en su tumba junto al ruidoso mar.


Edgar se siente desolado.

Amigos cercanos dicen que "Tras su muerte, no parecía importarle vivir una hora, un día, una semana o un año; ella era todo para él".

Otro amigo escribió: «Muchas veces, tras la muerte de su amada esposa, fue visto en una medianoche de invierno, sentado junto a su tumba, casi helado en la nieve».

Al mismo tiempo, Edgar continúa cortejando a otras mujeres. Es la cara y la cruz de una misma moneda. Es la inestabilidad de un hombre que siente que lo ha perdido todo. Quizás por eso mismo, lo único que puede hacer es lanzarse al vacío. Total, ya todo da igual. Por un lado, se apoya en las mujeres: por otro, en el alcohol. 

Hay, incluso, proyectos de matrimonio, todos frustrados; uno con fecha concreta: el 17 de octubre de 1849, que nunca llegará a celebrarse. Parece que Edgar vuelve a ser feliz. Se le ve contento y animado de nuevo.  Pero un día, desaparece. Nadie sabe qué es de él.

Un 3 de octubre de 1849 alguien le ve en las calles de Baltimore. Lleva unas ropas que no son las suyas y su estado es delirante. Pocos días después, el 7 de octubre, muere en el hospital sin saber la causa. Tenía 40 años. Hace solo dos años que murió Virginia. Edgar no ha soportado vivir más tiempo sin su amada, su vida, su prometida.


Collage digital de Cris Rivero





Fuente principal: Wikipedia.


 

Americanah, Chimamanda Ngozi Adichie

Princeton, en verano, no olía a nada, y si bien a Ifemelu le gustaba el plácido verdor de los numerosos árboles, las calles limpias y las casas regias, las tiendas con precios exquisitamente prohibitivos y el aire tranquilo e imperecedero de elegancia ganada a pulso, era eso, la falta de olor, lo que más la atraía, quizá porque las otras ciudades estadounidenses que conocía bien poseían olores muy característicos.

Así empieza un libro que me ha encantado, Americanah, de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, que escribió en 2013 (publicado en España en junio de 2017).




Es una historia de amor a lo largo de tres décadas y tres continentes, la historia de cómo se crea una identidad al margen de los dictados de la sociedad y sus prejuicios.


¿De qué va?




Americanah habla de la inmigración en Estados Unidos desde el punto de vista de una estudiante de literatura nigeriana. Estamos a mediados de los 90. En el marco de una dictadura militar y en una Nigeria que ofrece poco o ningún futuro, Ifemelu y Obinze, dos adolescentes, se enamoran apasionadamente. Obinze siempre ha soñado con vivir en Estados Unidos, pero es Ifemelu quien consigue el visado para vivir con su tía en Brooklyn y estudiar en la universidad. Mientras Obinze lucha contra la burocracia para reunirse con Ifemelu, ella se encuentra en una América donde nada es como se imaginaba, comenzando por la importancia del color de su piel. Esa conciencia de raza la llevará a crear el blog Raza o Curiosas observaciones  a cargo de una negra no estadounidense sobre el tema de la negritud en Estados Unidos en el que escribe su visión sobre los negros que viven en América. Y es en este continente cuando es consciente de su raza.

Los temas que trata Chimamanda Adichie en su obra van desde el feminismo a la inmigración y del sexismo a la problemática racial. La escritora ha recibido numerosos premios por sus obras. Actualmente vive en Nigeria. Imparte talleres de escritura creativa.

Elvira Lindo ha escrito el prólogo a la novela bajo el título “Cuando las novelas son necesarias”.

 


¿Por qué me ha gustado?

👉Porque Chimamanda tiene un estilo fluido y ameno

👉Porque la narración se combina con algunas entradas del blog, lo que contribuye a dar un toque realista a la historia.

👉Porque ya desde el primer capítulo nos metemos de lleno en el pasado de los protagonistas, un viaje en el tiempo motivado por dos elementos que sirven de pivote: el calor y el pelo. De esta manera, vamos conociendo cómo surge la historia de amor de Ifemelu y Obinze, así como la situación que les ha llevado al momento actual. El pelo se va a convertir, además, en el rasgo físico más rechazado por las mujeres negras en su obsesión (no sé si es la palabra más adecuada) por ser aceptadas en la sociedad blanca de EE.UU.

[...] para esta entrevista necesito ofrecer una imagen profesional, y profesional equivale a lacio, y si fuera rizado, tendría que ser un rizado de mujer blanca, con rizos sueltos o, en el peor de los casos, bucles, pero nunca crespo.


👉Por la fluidez de los diálogos, la evolución de los personajes (en continuo aprendizaje), las personalidades tan singulares de cada uno de ellos... Y todo ello bajo el enorme interés que tiene el problema social de los inmigrantes africanos, acentuado en el caso de las mujeres.

Ha sido, en definitiva, una gozada leer esta novela y al mismo tiempo aprender tanto sobre esta realidad social a la que, al menos yo, no he prestado apenas atención. Pendientes quedan otras novelas de esta gran narradora.

Nota: 10/10


Además de todos los galardones y premios que ha recibido, el libro fue seleccionada por los ciudadanos de Nueva York como el libro ganador de la campaña «One Book, One New York» 2017.



Pequeños grandes cuentos


Un microrrelato (o microcuento o minicuento) es una construcción literaria narrativa diferente de la novela o del cuento. 

En todas las literaturas existen microgéneros literarios: el haiku japonés, las greguerías, las fábulas, las parábolas, el chiste, los relatos sufíes… 

Al igual que en los relatos extensos, un microrrelato, por pequeño que sea, ha de contar al menos dos historias: una es muy visible, y la otra es una reflexión que corre paralela en otro punto de la realidad. 

El cuento breve es tiempo concentrado, tan concentrado que, algunas veces, puede estar compuesto sólo por un título y una frase. Ahí tenemos El dinosaurio, de Augusto Monterroso:

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Con solo siete palabras, Monterroso cuenta una historia, rompe la frontera entre el sueño y la realidad, y nos hace imaginar mil posibilidades. Podemos escribir lo que sucedió antes, o lo que tal vez pasaría después, pero ya estará dicho todo en esa frase. 

Otro relato de una línea es El hombre invisible, de Gabriel Jiménez Emán:

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.

Terminamos con Antón Chéjov quien, acaso sin saberlo, anotó en su cuaderno de apuntes una anécdota que bien podía haber sido un cuento condensado:

Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida.

Lástima que el ruso dejó esta idea entre sus apuntes como un diamante no pulido. De lo contrario, este podía haber sido el cuento breve más perfecto sobre la vida de un millonario suicida.

Fotografía de Paco80 en Flickr.

La casa del número 13

La casa del número 13



La superstición no iba con ella, así que cuando le dijeron que el número de la casa recién adquirida era el 13, contestó que le daba igual.

Desde que se mudó, no hemos vuelto a hablar, y de esto hace ya casi un año.

Lo que más me mosqueó es que los vecinos de Castro Caldelas, al preguntarles por mi amiga, no sabían, ni siquiera, que esa casa había vuelto a habitarse.







Entradas populares