La descripción según A. Chéjov

En mi opinión, una verdadera descripción de la naturaleza debe ser breve, poseer carácter y relevancia. Hay que acabar con los lugares comunes como el sol poniente, bañado en las olas del mar oscurecido, virtió su oro carmesí o las golondrinas, sobrevolando la superficie del agua, gorjeaban jubilosas.

Al describir la naturaleza, uno debe atrapar pequeños detalles, arreglándolos de tal manera que con los ojos cerrados se obtenga en la mente una imagen clara. Por ejemplo, si quieres lograr el efecto total de una clara noche de luna, escribe que un trozo de cristal de una botella rota brillaba como una pequeña estrella en el estanque del molino, mientras la sombra oscura de un perro o un lobo pasó bruscamente como una pelota y así sucesivamente. La naturaleza cobrará vida si no temes comparar sus fenómenos con acciones humanas ordinarias.

En la esfera de lo psicológico, los detalles son también la clave. Dios nos libre de los lugares comunes. Primero que nada, evita describir el estado interior del héroe; tienes que tratar de que se aclare a partir de sus acciones. No es necesario retratar demasiados personajes. El centro de gravedad debe estar en dos personas: él y ella.



Este es un framento tomado de las cartas que Antón Chéjov escribió a su hermano (esta está fechada el 10 de abril de 1886).

Aunque Chéjov no llegó a escribir ningún texto de carácter conceptual sobre el cuento, su voluminosa correspondencia con colegas escritores, principiantes, editores, etc., ofrece una visión bastante completa acerca de sus concepciones sobre el relato breve, así como orientaciones técnicas y criterios de valoración crítica.

En Litterarius se pueden leer más fragmentos de cartas.

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