Laísmo, leísmo, loísmo

Intentar explicar estos fenómenos dialectales con el fin de que los que los cometen se corrijan es bastante complicado por dos razones: la primera porque, en general, se suelen producir en el habla; la segunda es una consecuencia de la primera: cuando hablamos, nadie se para a pensar a bote pronto si ese la/lo o le mal utilizado corresponden al Complemento Directo (CD) o al Indirecto (CI). Así que se me plantea un pequeño reto (reto sugerido por mi primo, que conste).

Para empezar hay que decir que tanto el laísmo, como el loísmo y leísmo surgen en Castilla en la Edad Media y ya se documentan en los primeros textos medievales del centro peninsular. Así que en absoluto son fenómenos recientes y están tan arraigados entre los hablantes de ciertas zonas que es muy difícil corregirlos. Y a vueltas con este problema llevamos desde entonces. 

Buceando por la red, en primer lugar me voy a la Real Academia de la Lengua y descubro que... no me sirve, porque creo que la explicación es demasiado gramatical, con lo cual nos alejamos de la intención práctica de este post (aunque lo tengo como referencia para estas explicaciones).

Acudo a otras webs y tampoco me sirven (aunque las incluyo aquí por si a alguien le interesa profundizar en el tema): Defensor del castellano, La guía 2000, Centro Virtual Cervantes (esta última tal vez sea la que lo expone de una manera más clara y sencilla). 

ACTUALIZADO: en la web de la Fundéu también tenemos una entrada con este tema más o menos clara.


Bien, visto lo visto, vamos con mi explicación:

En primer lugar explicaré el LAÍSMO y LOÍSMO. Para empezar, tenemos que tener en cuenta que tanto el pronombre LA como LO son siempre Complemento Directo (CD). Vaya, pensaréis, esta ha caído en lo mismo que critica. Paciencia. Hay cosas que hay que explicar acudiendo aunque solo sea un poquito a la gramática; el LE siempre es Complemento Indirecto (CI).

Hecha esta salvedad, vamos a los ejemplos, que es lo que nos aclarará un poco las cosas.

👉 Si yo digo una frase como: Ayer compré un libro a Lola, nos encontramos con dos sintagmas que funcionan como CD: un libro; y CI: a Lola. ¿Que cómo lo sé? Pues simplemente porque acudo a la prueba de la sustitución pronominal: Ayer le compré un libro (ese le sustituye a Lola) o Ayer lo compré a Lola (ese lo sustituye a libro).

Si como hablante, digo por lo tanto: *Ayer la compré un libro (a Lola), estoy cometiendo un caso claro de laísmo, porque ese LA solo puede referirse al objeto, es decir, al libro (que, además, es masculino singular). 

Otro ejemplo: Ayer compré una chaqueta a Lola. En esta oración, ¿qué sustantivo puede sustituirse por LO o LA? RESPUESTA: Ayer compré LA a Lola (dicho con la gramática correcta: Ayer LA compré a Lola / Ayer se LA compré a Lola). Sustituyo la chaqueta por LA (la chaqueta es el CD).

👉Como el hablante no piensa en estas cuestiones mientras habla, en caso de duda, puedes pensar en Ayer se lo compré. Ese se es la adaptación en el castellano de le (*Ayer le lo compré, que sería lo correcto).

👉 Vamos ahora con el LEÍSMO, que consiste en el fenómeno contrario, es decir, utilizar le en lugar de la o lo. El problema principal con el leísmo es que está admitido en el caso de masculino singular, pero no en femenino. Ejemplo:

Vi a Juan en ese bar > Lo vi en ese bar > Le vi en ese bar (todo es correcto)
Vi a Pepa en ese bar > La vi en ese bar > *Le vi en ese bar (no hay que decir cómo chirría ese le)


👉 Otros casos más difíciles los encontramos en oraciones como: Escribí a mi hija: ¿La escribí o le escribí? La duda nos la quitamos cuando transformamos la oración a pasiva (que es otra forma de comprobar cuándo un sintagma funciona como CD: *Mi hija fue escrita por mí, por lo tanto lo correcto es Le escribí.

👉 Igual que Abrí a mi vecino > Le abrí (ya que no puedo decir: *Mi vecino fue abierto por mí). Pero sí puedo decir: Abrí la puerta a mi vecino > La puerta fue abierta por mí; o Escribí una carta a mi hija > Una carta fue escrita por mí (el CD es lo que, en la oración pasiva, pasa a funcionar como sujeto paciente).

👉 Lo que no se admite de ningún modo es el leísmo cuando el referente es inanimado: *El libro le leí ayer; *El cuaderno le terminé; *El coche le arreglé... y tampoco se admite cuando el referente es mujer: *Le llaman por teléfono; *Le invitaron al cine; *Le cogieron desprevenida...
Y tal vez sea esta última regla la que resuma todo lo expuesto hasta aquí.


El tema es amplio y complejo, y lo explicado aquí es muy básico. A quien le interese profundizar en el tema puede leer las entradas laísmo, loísmo y leísmo del Diccionario Panhispánico de Dudas.

Si alguien tiene algo que decir al respecto que yo me haya saltado (o algo en lo que me haya equivocado), por supuesto, puede dejar un comentario.


PRACTICA
💥Por último, os dejo unas frases para practicar. A ver si descubrís en cuales se dan casos de leísmo, laísmo y loísmo (las soluciones están debajo, pero no vale hacer trampas):

a) La di un regalo a Marcela.

         b) La busqué [a Josefa] por todas partes.

c) Una vez entregados los informes, los destruyeron.

         d) Una vez entregados los informes, los prendieron fuego.

e) Lo ordené ejecutar la sentencia.

         f) El veterinario curó al perro. Le curó.

         g) Juan regaló un pañuelo a su tía. Juan la regaló un pañuelo.

         h) Les preparó unos cócteles de chuparse los dedos.

         i) Limpió el pescado, quitándolo cuidadosamente las escamas.

         j) Las tienes que invitar al cumpleaños.






SOLUCIONES

(FRASES INCORRECTAS: a) debe ser le (laísmo); d) loísmo: debe ser les, que es lo que corresponde con verbos que funcionan como semi locuciones verbales: prender fuego, echar un vistazo, sacar brillo...); e) Le ordené... (loísmo); f) Lo curó, leísmo (si la transformo en pasiva compruebo que el perro es CD: El perro fue curado por el médico); g) Juan le regaló un pañuelo, laísmo (pañuelo es CD, por lo tanto a su tía, CI, se sustituye por le); i)...quitándole... (loísmo).


Espero haberos aclarado el tema, aunque sea un poco. La mejor manera de aclararse las dudas es plantearlas en una conversación de manera improvisada. Entrar en discusiones lingüísticas puede ser apasionante incluso para una persona que no sea filóloga... al fin y al cabo, es lo que usamos para expresarnos.

"Un adverbio se le ocurre a cualquiera", Juan José Millás


Así se titula el artículo con el que el escritor Juan José Millas ha ganado el premio Don Quijote de Periodismo. Está publicado en Interviú y es un homenaje a los que se ganan la vida con las palabras. El jurado ha destacado "la originalidad, la inteligencia y el humor que el trabajo ganador conjuga, para hacer un homenaje a los hispanohablantes, a la escritura y a las palabras en su totalidad".

En su artículo, Millás cuenta que, siendo niño, le impresionó tanto enterarse de que Hemingway cobraba sus artículos según el número de palabras que incluyese, que imaginó que ponía una tienda de palabras que vendía a precios diferentes.

En Clubcultura, que es donde tiene albergada su página oficial, pueden leerse sus articuentos, un género literario creado por él en el que una historia cotidiana se transforma, por obra de la fantasía, en un punto de vista para mirar la realidad de forma crítica.

Su gran capacidad creativa junto a un estilo llano y directo lo convierten (a mi entender sobre todo en el campo del relato), en uno de los mejores escritores actuales. Una gozada, vamos.


El imperativo también existe

Cada vez es más habitual observar (en el lenguaje oral, sobre todo) el mal uso que se hace del modo verbal cuando se trata de dar órdenes a una pluralidad de personas. Nos estamos acostumbrando a escuchar órdenes en infinitivo, cuando el uso correcto debería ser el imperativo. Por lo tanto, no se dice: comer, niños, sino comed, niños.

Sí está bien utilizado el infinitivo en el caso de introducir la frase por la preposición a: a comer, niños.

También es correcto el uso del infinitivo en el caso de que se dé la orden a un colectivo general, no concreto, como sucede en instrucciones, etiquetas, señales de tráfico o recomendaciones cívicas: no aparcar; no fumar; lavar a mano; pelar las patatas; etc. En estos casos, la razón para la utilización del infinitivo es que no se dan órdenes directas, sino que se consideran recomendaciones, obligaciones o prohibiciones de carácter general (se recomienda no aparcar; se recomienda no fumar; etc.).

Es también muy frecuente encontrar errores cuando el pronombre se pospone al tiempo verbal: quitaros de ahí, cuando lo correcto es quitaos de ahí (sin ese pronombre pospuesto se diría: quitad de ahí; al añadir el pronombre la -d desaparece). El único verbo que no pierde la desinencia es ir: lo correcto es idos de ahí (no iros de ahí, ni ios de ahí).

El motivo es una dejadez en la pronunciación (fonética) que va haciendo que lleguemos incluso a extrañarnos de la dicción correcta.

Termino con el soneto 42 de Lope de Vega (que, además de levantar el ánimo para quien lo necesite, sirve para practicar el imperativo, que también existe):

Dejadme un rato, pensamientos tristes,
que no me he de rendir a vuestra fuerza.
Si es gran contrario Amor, amor me esfuerza;
penad y amad, pues que la causa fuistes.

No permitáis, si de mi amor nacistes,
que la costumbre, que a volver me fuerza,
de mi firme propósito me tuerza,
pues en los desengaños me pusistes.

No queráis más que amar, amar es gloria;
no la manchéis con apetitos viles;
vencedme, y venceréis mayor victoria.

Si en Troya no hay traidor, ¿qué importa Aquiles?
Mas, ¡ay!, que es mujer flaca la memoria,
y vosotros cobardes y sutiles.


Más información sobre los contenidos de esta entrada:
- Real Academia Española
- Centro Virtual Cervantes
- El imperativo, Ramón Carnicer
- Sonetos de Lope de Vega
- Sobre Lope de Vega hay otras entradas en este blog

Sobre el uso de mayúsculas y minúsculas


Aunque el tema ortográfico de mayúsculas y minúsculas es el menos fijado en el idioma español, se pueden dar unas pautas generales que sirvan para no caer en la costumbre, cada vez más extendida, de poner mayúsculas a todo (como estamos habituados a ver en el alemán o inglés). Este uso se justifica, solamente, por el deseo de expresar exaltación, respeto, veneración o interés personal o colectivo, que nada tienen que ver con razones puramente ortográficas (son las llamadas mayúsculas subjetivas, como ocurre con palabras como ciencia, generación, arte, corporación, literatura, nación, reino, patria, institución, etc., que tienden a escribirse con mayúscula). De esta forma es habitual ver, por ejemplo en escritos religiosos, en mayúscula palabras como Misa, Cruz, Hostia, San Benito o Sagrada Forma (solo se admite en mayúscula Dios y Divinidad y cualquier sinónimo de estos: Creador, Hacedor, Altísimo...).

Como norma general orientadora debe tenerse en cuenta que el español debe tender a la minusculización.

Solo deben estar en mayúscula:

  • los nombres propios (antropónimos: Federico, Raimundo, Clotaldo... y topónimos: Santiago de Compostela, Italia, Atenas...) o específicos de algo (ley de Prensa e Imprenta; profesor de Lengua);
  • las palabras que comienzan oración o están después de punto (incluyendo los signos de exclamación e interrogación: ¿Lo ves? Cuando miré...);
  • los títulos de obras (El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha)

Por lo tanto, siempre deben escribirse en minúscula (pongo los errores más comunes):

  • los antenombres como señor, don, san o santo, venerable..., incluyendo los tratamientos extranjeros usados en español, que deben adaptarse a nuestra grafía;
  • los títulos, cargos y empleos como general, papa, duque, presidente... (el rey Juan Carlos; el papa Benedicto; el presidente Zapatero...). Solo en la correspondencia privada o comercial es lícito escribir con mayúscula el nombre del cargo siempre que no se añada el nombre del interesado (Estimado Señor Presidente) o cuando están abreviados (Sr. D. Martínez);
  • en cuanto a topónimos, no hay razón para escribir con mayúscula océano, río, península, sierra, golfo... aunque hay excepciones como Río de la Plata (nombre de un estuario), Selva Negra (grupo montañoso) o Picos de Europa (macizo del norte de España); lo mismo ocurre con la toponimia urbana: calle del Doctor Esquerdo, paseo de la Castellana, avenida de América, parque del Retiro...
  • los nombres de los planetas se escriben en mayúscula, incluyendo la Tierra (tierra con minúscula se refiere a la materia de que está compuesto nuestro planeta: un puñado de tierra), la Luna (luna con minúscula cuando hablamos de las fases de la luna: luna creciente, menguante, nueva... o expresiones como luna de miel) y el Sol (excepto expresiones como eres un sol);
  • los meses, días y estaciones del año se deben escribir en minúscula. No expresan lo mismo: por fin llegó julio que por fin llegó Julio. Solo se escriben con mayúscula cuando forman parte de nombres de festividades, fechas o acontecimientos históricos, vías urbanas, edificios, etc.: Viernes Santo, Primavera de Praga, plaza del Dos de Mayo, Hospital Doce de Octubre;
  • los nombres de los puntos cardinales (excepto cuando están abreviados: N, S, E, O);
  • en cuanto a los apodos, el artículo no forma parte de ellos, por lo que se debe escribir Manuel Benítez, el Cordobés; Doménikos Theotokópoulos, el Greco);
  • después de dos puntos se escribe siempre en minúscula, excepto cuando se citan palabras textuales (Dice el refrán: "Año de nieves, año de bienes") o en una carta: Estimado amigo: [punto y aparte] Como te comenté...);
[Imagen: Galaxio.com]

Yo, Claudio, Robert Graves

Voy acordándome de lecturas hechas el año pasado (es el problema de no ir anotándolas, pero por mucho que me lo proponga, jamás lo hago; y si empiezo a hacerlo luego me olvido de que lo estoy haciendo).

Allá por enero de 2009, decidí que ya era hora de quitarme una vieja espina viajera y saqué billete a Roma para Semana Santa. Para saborear más mi visita a la ciudad eterna, me enfrasqué en la lectura de otra espina, esta vez literaria: Yo, Claudio, de Robert Graves. Ninguna de las espinas me defraudó.

Sobre Roma no voy a extenderme: solo decir que es una ciudad museo increíble, que tiene la capacidad de sorprenderte en cada esquina, que algún día volveré (para eso eché la moneda en la Fontana de Trevi), que el Lambrusco está riquísimo y que viva la pasta y el parmesano.



Sobre Yo Claudio me extenderé un poco más (principalmente porque de esto va la entrada y el blog): en primer lugar tengo que decir que, si te atrae el mundo del imperio romano, con sus intrigas familiares y de Estado y sus sangrientas purgas, es una novela histórica que no te puedes perder.



Graves la publicó en 1934 y con el paso del tiempo se convirtió en uno de los grandes clásicos del siglo XX.

Desde que se empieza, engancha. Inolvidable (y ya clásico) es el comienzo:

Yo, Tibero Claudio Druso Nerón Germánico Esto-y-lo-otro-y-lo-de-más-allá (porque no pienso molestarlos todavía con todos mis títulos), que otrora, no hace mucho, fui conocido de mis parientes, amigos y colaboradores como "Claudio el Idiota" o "Ese Claudio", o "Claudio el Tartamudo" o "Clau-Clau-Claudio", o, cuando mucho, como "El pobre tío Claudio", voy a escribir ahora esta extraña historia de mi vida.


Así comienza a contar la extraña historia de su vida un hombre que se dirige, de una manera confidencial, a la posteridad.

Esta supuesta "autobiografía", que fue objeto de una excelente adaptación televisiva por la BBC, está considerada una de las mejores novelas históricas del siglo XX. Su protagonista, que llegará a ser emperador romano en contra de sus deseos, recrea una época brillante y sombría, maravillosa y cruel por la que pasan personajes tan inquietantes como el propio Augusto, Tiberio, Octavia, Marco Antonio, Livia, Julia, Agripina, Germánico, Nerón, Lesbia o Calígula. (los personajes femeninos tienen una fuerza increíble). Con la multitud de personajes que aparecen puede uno perderse, pero el libro incluye un útil árbol genealógico para no perder las referencias. Es, por otro lado, una novela en la que se recrea con una gran fidelidad y detalle las costumbres y cultura de una época que es alucinante.

A veces, cuando estoy leyendo un libro, subrayo frases que me llaman la atención. De este, me quedé con la que sigue:

Siempre se jactaba de sus antepasados, como lo hace la gente estúpida que tiene conciencia de que ella misma no ha hecho nada digno de jactancia.


Así que si queréis y tenéis ganas de pasar un rato divertido, enfrascaros en una novela que enganche y empaparos con las intrigas de los romanos, ya sabéis.


- Más sobre Yo, Claudio en Bibliópolis.
- Descargar el libro en Links Olé.
- Idus. El Imperio Romano (con amplia información sobre la época).
- Hay buena información sobre Roma en En Roma, en Rome-Turism y, por supuesto, en la Wikipedia.
- Sobre Claudio.


[Imagen del Foro Romano: Cristina Rivero de Aguilar]

La llamada de lo salvaje, Jack London

Poseía la astucia salvaje del lobo, y la inteligencia del pastor y del San Bernardo; y todo ello, sumado a una experiencia adquirida en en la más feroz de las escuelas, hacían de él una criatura tan formidable como las que vagaban por la naturaleza [...] Cuando Thornton le pasaba una mano acariciadora por el lomo, el pelo chisporroteaba liberando su magnetismo estático al contacto. Cada parte de su mente y cuerpo, cada tejido y fibra nerviosa, estaba perfectamente sintonizado, y entre todas las partes existía un equilibrio o ajuste perfecto [...]



Decidí proponer este libro como lectura obligatoria durante la 1ª evaluación para los alumnos de 1º de la ESO y tengo que decir que acerté de pleno porque les encantó a todos sin excepción.

En esta novela, Jack London trata con gran realismo el tema de la lucha por la supervivencia. Relata la historia de Buck, un perro observador, intuitivo y astuto, que vive plácidamente en una soleada finca hasta que un día un desalmado individuo lo vende para convertirlo en un perro de trineo. Observando su entorno, aprenderá cómo ha de comportarse en las situaciones nuevas y cómo puede adaptarse al gélido ambiente de los bosques boreales. Gracias a sus cualidades físicas y a su instinto, podrá enfrentarse a los peligros que lo acechan, hasta llegar a convertirse en una leyenda.

La llamada de lo salvaje no solo es una bonita historia (en ocasiones muy dura) sino que habla de valores como el respeto hacia los animales, la adaptación a un medio hostil, el valor de la amistad, el no darse nunca por vencido ante las situaciones más adversas, el autoaprendizaje, el individualismo, la lucha por la vida o la búsqueda de la propia identidad.

London es un narrador eficaz que combina los pasajes cómicos y los trágicos, que sabe mantener la expectación y la tensión en el lector ante los acontecimientos que se desarrollan. Desde el punto de vista narrativo, consigue, a pesar del uso de la tercera persona, superar la omnisciencia del narrador y presentarnos los hechos desde la perspectiva de Buck.

Aunque existen varias ediciones del libro, yo me decidí por la de la editorial Teide ya que contiene una guía de lectura y diversas propuestas de trabajo que seleccioné para que los alumnos profundizaran en la historia y en el autor.

En Ciudad Seva podemos leer, completos, muchos de los cuentos escritos por Jack London.

Sobre el e-book

Dos interesantes artículos sobre lo que piensan los editores españoles con respecto al libro digital y una guía comparativa de ebooks:

El libro digital gana el primer asalto, en El País:

"Virgencita, Virgencita, / nuestra señora lectora, / líbranos de todo mal, / haznos llegar a la hora / con el libro digital". Éstos son cuatro de los versos con los que ha felicitado la Navidad la editorial Edhasa. Impresos al dorso de una Virgen kitsch con un libro en las manos, resumen el estado de ánimo de la industria española del libro respecto al futuro digital. (Leer más)


Los editores españoles van a equivocarse con el e-book, en eConectados:

Hoy leo con asombro un artículo de El País con opiniones y planes de los editores de libros españoles. Y digo con asombro porque pensaba que ya tenían la ruta fijada y sabían cómo no equivocarse, pero veo que tanto editores como libreros van a seguir con el “pan para hoy y hambre para mañana“. (Leer más)

Guía para comprar un libro electrónico, en Soitu:

Son caros, difíciles de encontrar en España, su tecnología aún está en pañales y te condenarán a arrastrarte de foro en foro buscando contenidos y trucos para convertir de un formato a otro. Pero los geeks y grandes lectores que lo han probado están encantados con ellos. (Leer más)

Collejeros: enganchados al libro

Uno de los mejores sketchs (para mí) del programa de fin de año de José Mota fue esta parodia de Callejeros en la que unos jóvenes están "peligrosamente" enganchados a los libros.

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