Virginia y Edgar

Hace muchos, muchos años 
en un reino junto al mar 
vivió una doncella que tal vez conozcas 
llamada Annabel Lee.

Así comienza el poema Annabel Lee, el último escrito por Edgar Allan Poe. Pero, ¿quién era Annabel Lee? 

La hipótesis más plausible es que se trata de Virginia Eliza Clemm, prima, esposa y (me apetece pensar) gran amor de Edgar.




Ambos éramos niños
en este reino junto al mar

Virginia Eliza Clemm tenía 7 años cuando se conocieron. Edgar tuvo que ir a vivir a Baltimore a la casa de su tía Maria Poe (la madre de Virginia) tras el fallecimiento del hermano mayor de Edgar.

Pero no fue un amor a primera vista. Fue un amor cocinado a fuego lento, fruto de la convivencia. Cuando Edgar fue a vivir con su tía Maria, se enamoró de una vecina, Mary Devereaux. Y era su prima Virginia quien hacía de mensajera entre los enamorados.

Al poco tiempo, Edgar tuvo que mudarse por trabajo y ya por aquel entonces estaba enamorado de su prima y quería casarse con ella. Pero Virginia solo tenía 13 años. Me imagino que la madre y demás familiares verían poco menos que escandaloso ese matrimonio (él tenía 27 años), aunque finalmente acaba fiándose de las buenas intenciones de Edgar y de la libre decisión de Virginia. La ceremonia se celebra en 1836. 


Y esta doncella vivía sin otro pensamiento
que amarme y ser amada por mí.

El significado de doncella es "mujer joven, especialmente la que es virgen". Y esa palabra es lo que ha llevado a algunos biógrafos a la conclusión de que Virginia murió siendo virgen. Es decir, que en los once años de matrimonio, los esposos no mantendrían relaciones sexuales. En opinión de los biógrafos, a Edgar las mujeres y el sexo no le interesaban demasiado.

Cuesta creer algo así sobre todo teniendo en cuenta los rumores que, ciertos o no, circularon referentes a Edgar y sus infidelidades.    

Virginia, harta de tanto flirteo, escribió un poema a su marido que es una preciosa declaración de amor, fechado un 14 de febrero. Tuvo, además, la maestría de formar un acróstico (las primeras letras de cada verso forman el nombre de su marido).

Virginia le pide a Edgar alejarse, huir, vivir su amor de una manera tranquila y serena. Es el tópico del Beatus Ille: dichoso aquel que disfruta de la tranquilidad del campo lejos del caos de la ciudad: "Dame una cabaña por hogar [...] lejos del mundo con sus pecados y sus preocupaciones / En perfecta calma gozaremos apartados del mundo y sus reclamos".


He aquí la traducción:


Virginia habla "del cotilleo de muchas lenguas", es decir, de las murmuraciones sobre los flirteos de Edgar. 

Pero Edgar no la escucha. O no sabe complacerla. 

Amaba profundamente a su esposa, pero no puede evitar tontear con otras mujeres. Quizás sea cierto que no hubo engaño. Quizás sea cierto que las malas lenguas provocaron la caída de un hombre que pecó de ingenuo. Quizás no hubiera más que confianza y amistad entre él y las otras mujeres, todas escritoras, poetas, admiradoras de Poe, editor de muchas de ellas al publicar sus escritos en el periódico del que era copropietario. Pero llega un día en que una de estas mujeres, obsesionada con Poe, se convierte en un grano en el culo. Siempre hay alguien.

"Ellet me ha asesinado", llega a decir Virginia en su lecho de muerte.

¿Por qué dice esto Virginia? Merece la pena detenerse un momento y contarlo.



 El  CULEBRÓN 

Fanny, la amiga coqueta



Estamos en 1845

Poe elogia en una conferencia en Nueva York a una famosa poeta estadounidense, Frances Sargent Osgood (más conocida como Fanny). Ella le escribe para agradecerle los elogios. Edgar publica una selección de poemas suyos en el periódico del que era copropietario. Algunos de esos poemas estaban dedicados a Edgar. Por su parte, Edgar escribió poemas dedicados a Fanny. Parece ser que la coquetería no fue más allá que ese intercambio poético/epistolar

Virginia estaba encantada con la influencia que Fanny ejercía sobre Edgar y la invita a menudo a su casa ya que veía que su marido no empinaba tanto el codo cuando Fanny estaba cerca.


Elizabeth Ellet, la celosa enamorada



Edgar estaba en la cima de su carrera (acaba de publicar El cuervo). 

Entra en escena otra de sus admiradoras: Elizabeth F. Lummis Ellet (también escritora y a quien llamaremos Ellet). Enamorada de Poe, sentía unos celos terribles de la relación del escritor con otras mujeres, especialmente con Fanny, con quien tenía tan buen rollo. Él, sin embargo, no quería nada con Ellet. Tacto el hombre tenía poco (por no decir nada), porque no se le ocurre otra cosa que escribir en una carta dirigida a otra mujer (Sarah Ellen Whitman, con la que estuvo a punto de casarse al año de enviudar) que el amor de Ellet por él es repugnante. A pesar de todo, continuó manteniendo relación (de editor) con ella ya que le publicó varios poemas en el periódico. No contaba con que Ellet era tan retorcida como los tirabuzones que lucía.

Un día, Ellet estaba de visita en casa de Edgar y Virginia. Abusando de la confianza de los anfitriones, descubrió unas cartas escritas por Fanny a Edgar (Ellet dijo que se las había enseñado Virginia). Ellet, menudo bicho malo, contactó con Fanny para advertirle de que tuviera cuidado con sus indiscreciones y que convendría que recuperase esas cartas. Me imagino que le diría que Edgar podía sacarlas a la luz y la otra se lo creyó. La inocente sardina picó el anzuelo. Junta a una persona diestra en el arte de meter cizaña con otra fácilmente manipulable, y tendrás como resultado un perfecto títere a tu disposición.

Fanny envió a una intermediaria a buscar las cartas. Edgar, molesto por semejante violación de su intimidad, las llamó "metomentodos" y le sugirió a Ellet que cuidase sus propias cartas (en una de las cartas ella le pedía a Edgar que le visitara en su residencia esa noche).

Así que Edgar cogió las cartas de Ellet y se las llevó a su casa. 


William Lummis, el hermano de Ellet

Ellet tiene ganas de seguir con la guerra y lanza su siguiente movimiento. Niega que Edgar le haya devuelto las cartas. Así que le pide a su hermano, William Lummis, un coronel de armas tomar, que intermedie. 

William no cree a Edgar cuando este le dice que ya se las devolvió a Ellet. Edgar le asegura que sí. William, señalando al escritor con el dedo índice, le amenaza de muerte.  


Thomas Dunn English, el "amigo" de Edgar

La cosa se va liando por momentos y los incrédulos crecen como setas en el bosque. 

Temiendo por su vida, Edgar le pide una pistola a su amigo Thomas Dunn English. Pero tampoco Thomas le cree. Ni siquiera cree en la existencia de esas cartas. "Cría cuervos y te sacarán los ojos", debió de pensar Edgar. Con semejante amigo, quién quiere enemigos.

Edgar, enfadado, se enzarza en una pelea con English. Cada cual se proclamaría vencedor en este duelo a puñetazo limpio.


Samuel, el marido de Fanny

Fanny y su marido llevaban un tiempo separados. Eso no evita que el marido, Samuel Stillman Osgood (famoso retratista) amenazase con demandar a Ellet a menos que esta se disculpara públicamente

Ellet, herida en su orgullo, no iba a dar su brazo a torcer. Después de la que había liado, reconocerlo hubiera significado una humillación pública y admitir unos sentimientos hacia Poe que sin duda ya no sentía. Más bien, a estas alturas, debía de odiarle a muerte. Así que sin remordimientos de ningún tipo juró y perjuró que toda la culpa había sido de Edgar, insinuando además que era un alcohólico y que era "proclive a actos de locura". 

La mecha ya estaba encendida. Los enemigos del escritor, frotándose las manos, vieron aquí su oportunidad. La locura de Edgar Allan Poe comenzó a hacerse pública a través de la prensa. Mezcla infidelidades, cartas picantes, alcohol y locura y ya tenemos la perfecta combinación morbosa para un cóctel de desprestigio. 

"Esto te pasa por no haber querido ser mi amante", debió de pensar Ellet en voz alta frente a alguna foto del escritor. 

Como antagonista es un personaje maravilloso.



Virginia, la sufrida esposa 

El escándalo va remitiendo al mismo tiempo que Fanny y Samuel se reconcilian. Poco a poco las aguas vuelven a su cauce y cada cual retoma su vida. 

¿Y cómo está Virginia? 

Virginia, amante esposa de Edgar, mujer noble, leal y sensible, queda muy afectada por todo el escándalo. Hay que añadir que desde hacía algún tiempo recibía cartas anónimas sobre las indiscreciones de Edgar. Sería fácil deducir quién estaba detrás de estos anónimos. Y Virginia lo sabe. Por eso, en su lecho de muerte, dirá: "Ellet me ha asesinado".

Virginia se siente cada vez más débil. La familia lleva ya un tiempo viviendo en una casa de campo, a varios kilómetros de Nueva York. La tuberculosis (misma enfermedad que llevó a la tumba a la madre de Edgar) mina día a día su salud. Edgar, tras un periodo de abstinencia, ha vuelto a la bebida. Virginia sabe que el fin está cerca y le pide a su madre que cuide de su "pobre Eddy".



(como todos saben
en este reino junto al mar)
el viento salió de la nube por la noche
para helar y matar a mi Annabel Lee.

Tras cinco años de enfermedad, Virginia se muere un 30 de enero de 1847, con tan solo 24 años. Edgar, lleno de tristeza, no quiere ver el cadáver. El recuerdo que desea mantener es el de ella viva.

Pocas horas después de su muerte, el escritor se da cuenta de que no tiene ningún retrato de ella y encarga que le hagan uno en acuarela. El dibujante la retrata de lado, con la cabeza un poco ladeada y una ligera papada. Es un retrato hecho a partir del cadáver.


y cuando llega la marea nocturna, 
me acuesto justo al lado
de mi amada -mi amada- mi vida y mi prometida
en su sepulcro allí junto al mar
en su tumba junto al ruidoso mar.


Edgar se siente desolado.

Amigos cercanos dicen que "Tras su muerte, no parecía importarle vivir una hora, un día, una semana o un año; ella era todo para él".

Otro amigo escribió: «Muchas veces, tras la muerte de su amada esposa, fue visto en una medianoche de invierno, sentado junto a su tumba, casi helado en la nieve».

Al mismo tiempo, Edgar continúa cortejando a otras mujeres. Es la cara y la cruz de una misma moneda. Es la inestabilidad de un hombre que siente que lo ha perdido todo. Quizás por eso mismo, lo único que puede hacer es lanzarse al vacío. Total, ya todo da igual. Por un lado, se apoya en las mujeres: por otro, en el alcohol. 

Hay, incluso, proyectos de matrimonio, todos frustrados; uno con fecha concreta: el 17 de octubre de 1849, que nunca llegará a celebrarse. Parece que Edgar vuelve a ser feliz. Se le ve contento y animado de nuevo.  Pero un día, desaparece. Nadie sabe qué es de él.

Un 3 de octubre de 1849 alguien le ve en las calles de Baltimore. Lleva unas ropas que no son las suyas y su estado es delirante. Pocos días después, el 7 de octubre, muere en el hospital sin saber la causa. Tenía 40 años. Hace solo dos años que murió Virginia. Edgar no ha soportado vivir más tiempo sin su amada, su vida, su prometida.


Collage digital de Cris Rivero





Fuente principal: Wikipedia.


 

Americanah, Chimamanda Ngozi Adichie

Princeton, en verano, no olía a nada, y si bien a Ifemelu le gustaba el plácido verdor de los numerosos árboles, las calles limpias y las casas regias, las tiendas con precios exquisitamente prohibitivos y el aire tranquilo e imperecedero de elegancia ganada a pulso, era eso, la falta de olor, lo que más la atraía, quizá porque las otras ciudades estadounidenses que conocía bien poseían olores muy característicos.

Así empieza un libro que me ha encantado, Americanah, de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, que escribió en 2013 (publicado en España en junio de 2017).




Es una historia de amor a lo largo de tres décadas y tres continentes, la historia de cómo se crea una identidad al margen de los dictados de la sociedad y sus prejuicios.


¿De qué va?




Americanah habla de la inmigración en Estados Unidos desde el punto de vista de una estudiante de literatura nigeriana. Estamos a mediados de los 90. En el marco de una dictadura militar y en una Nigeria que ofrece poco o ningún futuro, Ifemelu y Obinze, dos adolescentes, se enamoran apasionadamente. Obinze siempre ha soñado con vivir en Estados Unidos, pero es Ifemelu quien consigue el visado para vivir con su tía en Brooklyn y estudiar en la universidad. Mientras Obinze lucha contra la burocracia para reunirse con Ifemelu, ella se encuentra en una América donde nada es como se imaginaba, comenzando por la importancia del color de su piel. Esa conciencia de raza la llevará a crear el blog Raza o Curiosas observaciones  a cargo de una negra no estadounidense sobre el tema de la negritud en Estados Unidos en el que escribe su visión sobre los negros que viven en América. Y es en este continente cuando es consciente de su raza.

Los temas que trata Chimamanda Adichie en su obra van desde el feminismo a la inmigración y del sexismo a la problemática racial. La escritora ha recibido numerosos premios por sus obras. Actualmente vive en Nigeria. Imparte talleres de escritura creativa.

Elvira Lindo ha escrito el prólogo a la novela bajo el título “Cuando las novelas son necesarias”.

 


¿Por qué me ha gustado?

👉Porque Chimamanda tiene un estilo fluido y ameno

👉Porque la narración se combina con algunas entradas del blog, lo que contribuye a dar un toque realista a la historia.

👉Porque ya desde el primer capítulo nos metemos de lleno en el pasado de los protagonistas, un viaje en el tiempo motivado por dos elementos que sirven de pivote: el calor y el pelo. De esta manera, vamos conociendo cómo surge la historia de amor de Ifemelu y Obinze, así como la situación que les ha llevado al momento actual. El pelo se va a convertir, además, en el rasgo físico más rechazado por las mujeres negras en su obsesión (no sé si es la palabra más adecuada) por ser aceptadas en la sociedad blanca de EE.UU.

[...] para esta entrevista necesito ofrecer una imagen profesional, y profesional equivale a lacio, y si fuera rizado, tendría que ser un rizado de mujer blanca, con rizos sueltos o, en el peor de los casos, bucles, pero nunca crespo.


👉Por la fluidez de los diálogos, la evolución de los personajes (en continuo aprendizaje), las personalidades tan singulares de cada uno de ellos... Y todo ello bajo el enorme interés que tiene el problema social de los inmigrantes africanos, acentuado en el caso de las mujeres.

Ha sido, en definitiva, una gozada leer esta novela y al mismo tiempo aprender tanto sobre esta realidad social a la que, al menos yo, no he prestado apenas atención. Pendientes quedan otras novelas de esta gran narradora.

Nota: 10/10


Además de todos los galardones y premios que ha recibido, el libro fue seleccionada por los ciudadanos de Nueva York como el libro ganador de la campaña «One Book, One New York» 2017.



Pequeños grandes cuentos


Un microrrelato (o microcuento o minicuento) es una construcción literaria narrativa diferente de la novela o del cuento. 

En todas las literaturas existen microgéneros literarios: el haiku japonés, las greguerías, las fábulas, las parábolas, el chiste, los relatos sufíes… 

Al igual que en los relatos extensos, un microrrelato, por pequeño que sea, ha de contar al menos dos historias: una es muy visible, y la otra es una reflexión que corre paralela en otro punto de la realidad. 

El cuento breve es tiempo concentrado, tan concentrado que, algunas veces, puede estar compuesto sólo por un título y una frase. Ahí tenemos El dinosaurio, de Augusto Monterroso:

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Con solo siete palabras, Monterroso cuenta una historia, rompe la frontera entre el sueño y la realidad, y nos hace imaginar mil posibilidades. Podemos escribir lo que sucedió antes, o lo que tal vez pasaría después, pero ya estará dicho todo en esa frase. 

Otro relato de una línea es El hombre invisible, de Gabriel Jiménez Emán:

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.

Terminamos con Antón Chéjov quien, acaso sin saberlo, anotó en su cuaderno de apuntes una anécdota que bien podía haber sido un cuento condensado:

Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida.

Lástima que el ruso dejó esta idea entre sus apuntes como un diamante no pulido. De lo contrario, este podía haber sido el cuento breve más perfecto sobre la vida de un millonario suicida.

Fotografía de Paco80 en Flickr.

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