Los usos de la antilambda o diple < >

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Los usos de este signo ortográfico auxiliar está muy limitado a determinados ámbitos.  

La antilambda dio origen a las comillas latinas, que son «estos signos», por lo tanto, el uso de la antilambda o diple <<como comillas>> no es correcto ya que hay un signo concreto para este uso.

  Como signo simple tiene dos usos:

1. Se utiliza en matemáticas para indicar que la cifra que le precede es mayor > o menor >

7 > 5

5 < 7

2. En lingüística histórica indica que la palabra que le precede da origen a otra (o al contrario)

lupus > lobo

silla < sella

➽ Como signo doble sus usos correctos son los siguientes:

1. En textos históricos encierra los signos o fragmentos que faltan: P<ri>mer día (se escribe sin espacios, como si fuera una sola palabra).

2. En informática para encerrar las direcciones de correo: Mi dirección de correo es <crato@gmail.com> o para encerrar las etiquetas de los lenguajes de marcación como HTML o XML.


Más información sobre este signo:

La RAE: antilambda o diple

Wikipedia: antilambda


Vivir abajo, Gustavo Faverón Patriau


La nueva literatura hispanoamericana es, en general, excelente. Todos los libros de autores latinoamericanos que caen en mis manos me gustan mucho (o muchísimo): Mariana Enríquez (mi favorita), Mónica Ojeda, Benjamín Labatut, Leila Guerriero (otra favorita) y Gustavo Faverón Patriau. 

Vargas Llosa destacó en la V Bienal de Guadalajara (en una conferencia en mayo de 2023) esta nueva narrativa latinoamericana subrayando su originalidad y no puedo estar más de acuerdo.

En Vivir abajo encontramos muchas historias que se entrecruzan. Historias que un personaje abre para contar su historia u otra de otro personaje. Todos ellos tienen algo que contar de otros o de sí mismos. Esto convierte esta novela en una novela polifónica: historia contada con las voces de varios personajes (exponer y contrastar lo que se cuenta desde diferentes ángulos).

Faverón estructura la novela en cuatro partes y en todas aparece el protagonista, George Bennett, aunque no siempre la novela está focalizada en él. Huyo como de la peste de las novelas que no sueltan al personaje principal ni a tiros.

Según leía la novela me venía a la mente Relatividad, de Escher. No solo por la ilustración de la portada (con un estilo similar a los grabados de Escher) sino por el laberinto en el que se mueve la historia.


En esta litografía, todas menos una de las puertas parecen conducir a sótanos. Con esta obra, Escher nos quiso dar a entender que la realidad es inquietantemente relativa en el sentido de que nada es cien por cien seguro (al menos, así lo entiendo). Lo que nos cuenta Faverón va en esta misma línea: la realidad puede tener muchas caras y las verdades absolutas no existen.

En relación al título, Vivir abajo, no solo hace referencia a la vida paralela que hay en los sótanos de las casas (la novela está llena de sótanos), manicomios o calabozos sino que también se trata de dar voz a los que forman parte de la clase social más baja (pobres, campesinos, trabajadores) frente a los dictadores, los nazis, los militares... en definitiva, los que tienen el poder y abusan de él para retorcer la vida a su manera. Se habla de torturadores, de genocidios, de crímenes, de violaciones...

El propio escritor señala (en este vídeo) que no es solo una novela histórica sino que es una novela sobre la transmisión de la violencia dentro de las familias y sobre las relaciones entre padres e hijos.


ARGUMENTO

Comienza en Perú, cuando un cineasta americano comete un tenebroso homicidio en el sótano de una casa el día de la captura de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso. La prehistoria de ese crimen viene de veinticinco años antes y su solución tomará otros veinticinco. El lector descubrirá maravillado cómo las piezas del enigma emergen de catacumbas, manicomios y cárceles subterráneas a lo largo de un viaje infinito por los oscuros calabozos de la historia de América Latina, Europa y los Estados Unidos.

Se divide en cuatro partes de diferente extensión. La primera parte nos introduce al inquietante personaje. La tensión narrativa está motivada por la personalidad del protagonista, que no se sabe muy bien de qué va. En cualquier momento te puedes esperar lo peor que alguien pueda hacer. A partir de aquí ya tienes que seguir, porque quieres saber quién es George.

Faverón cuenta, en una entrevista en Zenda, que tardó tres meses en escribir la novela (que son los mismos que Cervantes tardó en escribir la 2ª parte del Quijote). Dice que aprovechó las vacaciones para hacerlo. Las mil páginas del borrador inicial se redujeron a 664.

No es una novela fácil de leer (a mí no me lo pareció). Es una novela para leer sin prisa. Algunas veces he tenido que retroceder a releer alguna página para no perderme entre los hilos de la trama, pero esto no quita que sea una de las mejores últimas novelas que he leído porque es evidente que estamos ante una obra de gran calidad literaria.

La novela ha sido finalista del III Premio Bienal de novela Mario Vargas Llosa.


DATOS EDITORIALES:

Editorial Candaya. 664 página (interesante editorial con un fondo a tener en cuenta).

1ª edición: 2019


Enlaces a otras críticas y comentarios sobre la novela:

👉 Una historia de violencia

👉 Un libro al día: Gustavo Faverón Patriau, Vivir abajo (esta crítica es la que me llevó a leer el libro junto con algún buen comentario leído en redes sociales)







El libro de los Baltimore, Joël Dicker

 


    Con esta novela terminé el 2023 y comencé el nuevo año.

   Tenía que haberme puesto en guardia cuando los comentarios a la novela están precedidos por los premios conseguidos con la anterior:

Por el ganador del Premio Goncourt des Lycéens, del Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, del Premio Lire, del Premio Qué Leer y del Premio San Clemente.

    

    La compré en Cádiz, a donde me fui a pasar unos días de navidades de 2023. A pesar de que llevaba una novela bastante gordita (Lecciones de química, de Bonnie Garmus, que me encantó), tuve que comprar esta porque la anterior la devoré. Buscaba algo que me enganchara y que no fuese demasiado profundo (hay veces que una necesita lecturas que no hagan pensar demasiado).

    Me decidí por esta por dos motivos: uno, había leído La verdad sobre el caso Harry Quebert (que me había enganchado y gustado) y dos, las críticas tan positivas a esta novela (incluyendo un podcast de libros que suelo seguir y del que me fío bastante). 

    Esta novela no tiene nada que ver con La verdad... Reconozco que me esperaba algo parecido o al menos en la misma línea de resolver un misterioso asesinato.

    Leída la novela, las críticas me parecen un tanto ridículas: «El Libro de los Baltimore es una novela titánica, nabokoviana, altamente recomendable».

   Significado de titánico: "desmesurado, excesivo" (RAE). A ver... novelas titánicas son En busca del tiempo perdido, Ulises o Los Buddenbrook. Pero, ¿esta?

    Dicker recupera al escritor Marcus Goldman para contar una historia familiar muy trágica (o más bien cabría hablar de dos historias familiares). La estructura está enfocada a engancharte así como el ritmo de la narración. Cada capítulo termina con un clímax que te obliga a seguir leyendo, como si de una serie de Netflix se tratara. Es una novela muy bien trabajada y con unos personajes que van adquiriendo profundidad a medida que va avanzando la novela. Todo gira en torno al Drama (la gran incógnita), que es el eje sobre el que se estructura la historia. Hasta ahí bien.

Peeeero...

...la historia se va volviendo cada vez más previsible y eso, creo, que ha sido determinante para que la historia (o las historias del libro) no  me conmovieran apenas nada (solo de uno de los personajes, que no voy a desvelar). 

    Con cada giro mostraba indiferencia. Quizás porque hay (en mi opinión) un exceso de calamidades que convierten la historia en un sinfín de tragedias. Los giros son necesarios para mantener la intriga, sí, pero su acumulación en el tercio final de la novela solo puede redundar en una falta de credibilidad y en un exceso de incredulidad.

    No hay reflexiones profundas y las que hay parecen escritas para lectores poco exigentes.

    Y luego están las casualidades increíbles, que funcionan muy bien en la vida real (de esas que cuando te pasan, dices: "Es que la realidad supera la ficción"), pero que en una novela tienen que estar muy bien traídas para que funcionen y te las creas sin cuestionar nada. 

    Un ejemplo:

Primeras páginas: Marcus acaba de mudarse para escribir un libro (sobre la familia Baltimore). Aparece un perro perdido. Lo mete en su casa y le da de comer. Al día siguiente busca al dueño y resulta que el perro pertenece a su exnovia, que vive puerta con puerta con su novio actual.

    En conclusión: que si te apetece leerla, encontrarás una historia entretenida que medio te enganchará pero que no va a aportarte nada útil (ni malo ni bueno) ni te hará pensar ni te enseñará nada. 

    

Y ahora me toca a mí plantear una intriga personal: 

¿Por qué la manía de comparar a Dicker con Nabokov? 





Los destrozos, Bret Easton Ellis

    Cuando leí (recién salido) American Psycho, me había gustado mucho. Es una novela que todavía recuerdo, y sobre todo me viene a la cabeza el estilo tan peculiar de este escritor.

          
    Los destrozos no sé si la supera porque tendría que releer la otra para saberlo. Pero sí puedo decir que te mantiene en una tensión continua y que se lee de una forma muy fluida. La novela engancha sin remedio y no te aburre en ningún momento. 

El suspense está asegurado.

    Fue el tocho del verano de 2023 (680 páginas) y cuando escribí el comentario en instagram comparé esa tensión narrativa a "la lluvia de hoy, que no sabes cuándo va a volver a descargar a lo bestia".

    Narra en primera persona unos hechos que le sucedieron al propio escritor en 1981 (cuando tenía 17 años) con un asesino en serie pululando por L.A. y una secta de pirados. 


Argumento:
A sus diecisiete años, Bret está a punto de empezar su último curso de secundaria en Buckley junto a su exclusivo y sofisticado grupo de amigos: Thom, Susan y Debbie, novia de Bret, experimentan con el sexo, el alcohol y las drogas mientras aprovechan los últimos días de verano. Pero este sueño paradisiaco se desmorona con la llegada de un nuevo alumno: Robert Mallory es brillante, guapo y carismático, pero algo en él no encaja, y nadie más que Bret parece darse cuenta de que ese algo podría estar relacionado con la aparición del Arrastrero, un asesino en serie que amenaza a los adolescentes de la ciudad y a sus mascotas.





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