"Primeras letras", Eduardo Galeano


 

De los topos, aprendimos a hacer túneles.
De los castores, aprendimos a hacer diques.
De los pájaros, aprendimos a hacer casas.
De las arañas, aprendimos a tejer.
Del tronco que rodaba cuesta abajo, aprendimos la rueda.
Del tronco que flotaba a la deriva, aprendimos la nave.
Del viento, aprendimos la vela.
¿Quién nos habrá enseñado las malas mañas? ¿De quién aprendimos a atormentar al prójimo y a humillar al mundo?

La retórica: ars bene dicendi

La retórica es el arte de bien decir (ars bene dicendi), de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover.

Su curioso origen es completamente ajeno a la literatura: en el siglo V a.C., en Siracusa, los tiranos Gelón e Hierón realizaron expropiaciones de tierras, que más tarde, con el advenimiento de la democracia, serían anuladas; esta situación provocó numerosos pleitos por derechos de propiedad, en los que se advirtió el valor de la elocuencia para defender causas judiciales.

Simultáneamente, desde una perspectiva política, la propia democracia cimenta la importancia de la persuasión verbal. Además del discurso judicial y político, el elogio funerario, en el que se trata de demostrar convincentemente las virtudes del difunto, también entraría en el radio de acción de la nueva disciplina. Es en este contexto en el que comienza a desarrollarse la enseñanza de la retórica.




Imagen de Quintiliano, el mejor profesor de retórica del mundo antiguo, junto con Isócrates, que dijo cosas tan inteligentes como 

Lo que tú mismo odias, no se lo hagas a nadie

que podría convertir en mi lema, porque siempre voy diciendo que nunca hay que hacer lo que no quieres que te hagan a ti.

Hay más frases de Isócrates en la web Inspiraa.








Si quieres irte a los infiernos, guarda estos mandamientos




DECÁLOGO DE MAQUIAVELO

  1. En lo exterior, trata a todos con agrado, aunque no ames a ninguno.
  2. Sé muy liberal en dar honores y títulos a todos, y a alaba a cualquiera.
  3. Si lograres un buen empleo, sirve en él solo a los poderosos.
  4. Aúlla con los lobos (esto es: acomódate a seguir el carácter del que te convenga, aunque sea en lo más criminal).
  5. Si oyeres que alguno miente en favor tuyo, confirma su mentira con la cabeza.
  6. Si has hecho algo que no te importe decir, niégalo.
  7. Escribe las injurias que te hagan en pedernal, y los beneficios en polvo.
  8. A quien trates de engañar, engáñale hasta el fin, pues para nada necesitas su amistad.
  9. Promete mucho y cumple poco.
  10. Sé siempre tu prójimo tú mismo, y no tengas cuidado de los demás.


Como aclaración hay que decir que este decálogo está recogido en la obra Don Catrín de la Fachenda escrita por José Joaquín Fernández de Lizardi, quien recoge a pie de página la siguiente nota:

Nicolás Maquiavelo, astuto escribano de Florencia, y después un falso político de Francia, escribió a sus sectarios este maldito decálogo, que trae Alberto Magno en el prefacio de su obra titulada: Bonus politicus, etc.


El discurso de don Cándido a Catrín (capítulo IX) es una clara parodia de la obra Il Principe (1513) de Maquiavelo porque atribuye al político italiano un decálogo que nunca escribió.

Amin Maalouf, premio Príncipe de Asturias

Hoy se celebró el acto de entrega de los Premios Príncipe de Asturias en Oviedo.

El Premio de las Letras fue para Aamin Maalouf, escritor libanés que lleva varios años viviendo en París tras el estallido de la guerra civil en su país natal.





De su discurso, me quedo con su importantísima (por ser tan necesaria) reivindicación que hace de la cultura, especialmente hoy en día, un mundo al revés en el que parece que cuanto más inculto seas, más consideración social tienes.

La cultura no es un lujo que podamos permitirnos sólo en las épocas faustas. Su misión es formular las preguntas esenciales. ¿Quiénes somos? ¿Dónde vamos? ¿Qué pretendemos construir? ¿Qué sociedad? ¿Qué civilización? ¿Y basadas en qué valores? ¿Cómo usar los recursos gigantescos que nos brinda la ciencia? ¿Cómo convertirlos en herramientas de libertad y no de servidumbre?

Este papel de la cultura es aún más crucial en épocas descarriadas. Y la nuestra es una época descarriada. Si nos descuidamos, este siglo recién empezado será un siglo de retroceso ético [...] Se recrudecen las afirmaciones identitarias, violentas en muchísimas ocasiones y, en muchísimas ocasiones, retrógradas; se debilita la solidaridad entre naciones y dentro de las naciones; pierde fuelle el sueño europeo; se erosionan los valores democráticos; se recurre con excesiva frecuencia a las operaciones militares y a los estados de excepción... Abundan los síntomas.


Y yo me pregunto: ¿cuándo empezaremos a escuchar a los que, de verdad, tienen algo que decir?

[Discurso íntegro]

Goliardo

Esta palabra viene del francés antiguo gouliard. La RAE recoge dos acepciones:

  • La primera, como adjetivo, significa: "Dado a la gula y a la vida desordenada; seguidor del vicio y del demonio personificado en el gigante bíblico Goliat".
  • La segunda, como sustantivo, se refiere a un clérigo o estudiante vagabundo de la Edad Media, que llevaba vida irregular.
Aparentemente, el nombre procede de gula («goloso»), por su insaciable apetito, y de la analogía fonética de Golias, que procede del gigante bíblico Goliat, al que se identificaba desde antiguo con el diablo. Desamparados por la Iglesia, se hacían itinerantes, vagabundos, de espíritu transgresivo y provocador.


A mediados del siglo XIII, deambulaban por las tabernas, universidades y otros lugares públicos, cantando y declamando sus poemas satíricos, un tanto cínicos, muchas veces denunciando los abusos y la corrupción de la propia Iglesia, o poemas eróticos, frecuentemente muy osados. Las composiciones, casi siempre anónimas, son muy diversas: desde poemas sencillos hasta otros muy elaborados y retóricos.

Su tendencia al amor, al juego y al vino marcan sus composiciones poéticas reunidas en los Carmina Burana, nombre dado a la colección de cantos goliardos de los siglos XII y XIII.


En España, los goliardos eran llamados sopistas y, de ellos, derivaría la actual tuna por su carácter alegre y pícaro.


[Imágenes: la primera la he tomado de Bitácora de lengua; la segunda es el Codex Buranus (Carmina Burana)]

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Nobel de Literatura: Mario Vargas Llosa

Esta semana pasada fue una semana de enhorabuena para el idioma español y el mundo hispano. Mario Vargas Llosa recibía el Premio Nobel de Literatura 2010 en un reconocimiento que ha sido merecidísimo. De esta forma, Vargas Llosa forma parte de la larga lista de nobeles de nuestra lengua: Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Gabriela Mistral, Neruda y otros cuantos más.

Tuve, hace un año, el gran privilegio de tenerlo delante en un acto de la RAE, de la que forma parte desde 1996 y, a pesar de ello, me quedé plantada como un pasmarote sin atreverme ni siquiera a acercarme para expresarle mi admiración.

Es de agradecer que, después de varios años en los que los ganadores han sido escritores poco conocidos (me consta que no solo por mí sino por una gran parte de los ciudadanos), se lo hayan dado a alguien que sí lo es, bien por sus novelas, bien por sus artículos en prensa, o por ambos motivos.

Dejo aquí un enlace con los diez mejores enlaces para entender el universo de Mario Vargas Llosa (El País).

Por cierto, si nadie se ha leído nada de él, puede empezar por La ciudad y los perros, una sobrecogedora historia de militares y cadetes. Además, fue una de las obras que contribuyó a la renovación de la novela en nuestro país en 1962 (junto, por supuesto, con la rompedora Tiempo de silencio, de Martín Santos).

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