Este verano me encontré enfrascada en la historia de la trilogía Millennium. Iba con cierto prejuicio, como siempre que me enfrento a un libro altamente publicitado: creo (como buena lectora que me considero) que cuando hay buena literatura por medio no hace falta anunciar, de la forma exagerada que se hace hoy día (creo), ningún libro. La buena literatura siempre estará a salvo independientemente de las épocas, igual que el buen cine, la buena música o cualquier otra manifestación artística digna de llamarse así. Pero lo cierto es que algunos amigos (buenos lectores) me hablaron muy bien del primer libro, así que decidí comprármelo, y tras el primero fueron el segundo y el tercero.
Conclusiones de mi lectura: el primero está fenomenal; el segundo también engancha, aunque la calidad con respecto al primero baja un poco en todos los sentidos, y el tercero hay que leerlo por eso de terminar con la historia, pero como libro independiente (que no forme parte de una trilogía) hubiese pasado sin pena ni gloria ante la avalancha de títulos que inundan el mercado.
Lo que más me ha gustado: el personaje de Lisbeth Salander.
Lo que menos: las digresiones del tercer tomo y, en parte, una cierta inverosimilitud en cuanto al héroe Michael Bloomkvist (que acaba convirtiéndose en súper) como personaje que todo lo sabe, de todo se da cuenta y todo lo soluciona. El tercero, además, deja partes de la historia en el aire, aunque tal vez el autor tuviese en proyecto continuar con más títulos, por eso habrá que perdonarle ciertos fallos.
Hay un estupendo e interesante artículo de Mario Vargas Llosa (titulado Lisbeth Salander debe vivir) sobre estos nuevos héroes contemporáneos. No deja de tener su razón y, desde luego, escribe mucho mejor que yo su punto de vista sobre la trilogía, con la que estoy de acuerdo en casi todo.
[Imagen de rtve.es]
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