Esta semana pasada fue una semana de enhorabuena para el idioma español y el mundo hispano. Mario Vargas Llosa recibía el Premio Nobel de Literatura 2010 en un reconocimiento que ha sido merecidísimo. De esta forma, Vargas Llosa forma parte de la larga lista de nobeles de nuestra lengua: Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Gabriela Mistral, Neruda y otros cuantos más.
Tuve, hace un año, el gran privilegio de tenerlo delante en un acto de la RAE, de la que forma parte desde 1996 y, a pesar de ello, me quedé plantada como un pasmarote sin atreverme ni siquiera a acercarme para expresarle mi admiración.
Es de agradecer que, después de varios años en los que los ganadores han sido escritores poco conocidos (me consta que no solo por mí sino por una gran parte de los ciudadanos), se lo hayan dado a alguien que sí lo es, bien por sus novelas, bien por sus artículos en prensa, o por ambos motivos.
Dejo aquí un enlace con los diez mejores enlaces para entender el universo de Mario Vargas Llosa (El País).
Por cierto, si nadie se ha leído nada de él, puede empezar por La ciudad y los perros, una sobrecogedora historia de militares y cadetes. Además, fue una de las obras que contribuyó a la renovación de la novela en nuestro país en 1962 (junto, por supuesto, con la rompedora Tiempo de silencio, de Martín Santos).
Tuve, hace un año, el gran privilegio de tenerlo delante en un acto de la RAE, de la que forma parte desde 1996 y, a pesar de ello, me quedé plantada como un pasmarote sin atreverme ni siquiera a acercarme para expresarle mi admiración.
Es de agradecer que, después de varios años en los que los ganadores han sido escritores poco conocidos (me consta que no solo por mí sino por una gran parte de los ciudadanos), se lo hayan dado a alguien que sí lo es, bien por sus novelas, bien por sus artículos en prensa, o por ambos motivos.
Dejo aquí un enlace con los diez mejores enlaces para entender el universo de Mario Vargas Llosa (El País).
Por cierto, si nadie se ha leído nada de él, puede empezar por La ciudad y los perros, una sobrecogedora historia de militares y cadetes. Además, fue una de las obras que contribuyó a la renovación de la novela en nuestro país en 1962 (junto, por supuesto, con la rompedora Tiempo de silencio, de Martín Santos).
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