Cuando me imagino vieja, realmente vieja, cuando intento proyectarme dentro de 40 o 50 años, lo que me resulta más doloroso, más insoportable, es la idea de que ya nadie me toque.
Es esta la primera novela que leo de Delphine de Vigan y me ha dejado con ganas de leer más de ella, especialmente la que se considera su obra más importante hasta ahora, Nada se opone a la noche.
La historia que cuenta Las gratitudes me ha enternecido muchísimo. Michka es una anciana con afasia que pasa sus últimos meses de vida en una residencia. "Sucedió de golpe. De un día para otro", dice Marie (la persona con la que Michka está más unida). Y Michka es consciente de su deterioro; lo acepta sin caer en la autocompasión.
El fin se acerca, Marie, aceptémoslo. Me refiero al fin de la mente, a que se me vaya la cabeza, fiuuu, a que las palabras echen a volar. El fin del cuerpo no sé cuándo llegará, pero el fin de la mente ya ha empezado, las palabras se las pitan, chimpón.
A través de la voz de los dos narradores (Marie y Jérôme, el logopeda que trabaja en el geriátrico) conocemos la vida de Michka. Y entre ambas voces, surge también la de la propia anciana, que solo en sueños es capaz de expresarse con las palabras adecuadas, sin olvidarse de ellas.
Es esta una novela minimalista, de tan solo tres personajes y un espacio (la habitación del geriátrico). Enternecen los diálogos porque es donde se muestra la frustración de Michka cuando no encuentra las palabras que quiere. Jérôme dice que "Sin el lenguaje, ¿qué nos queda?" y siente una pena inmensa con el deterioro progresivo del habla de la mujer.
En estos tiempos tan dados a despreciar el paso del tiempo y a idolatrar la juventud, es necesario leer historias que nos recuerden que la vejez es un paso natural en cualquier ser vivo, que hay que aceptarla y, sobre todo, que "Envejecer es aprender a perder".
Perder la memoria, perder los referentes, perder las palabras. Perder el equilibrio, la vista, la noción del tiempo, perder el sueño, perder el oído, perder la chaveta.
Termino la entrada con las dos páginas del cuaderno de lecturas sobre esta novelita de tan solo 173 páginas que se lee en dos tardes.