Desde Babelia Luisgé Martín plantea un tema interesante para un debate en clase y es que si la lectura sirve para algo bueno:
Hay dos virtudes que nadie le puede negar: su ejercicio produce un placer estético que sólo es superado por los que producen los de la música y la sexualidad; y desarrolla, instrumentalmente, las capacidades de comprensión y de construcción textual, que sirven para leer el prospecto de un medicamento, para redactar una carta o una reclamación, o para poder estudiar mecánica de automóviles o mecánica cuántica. Es decir, la lectura tiene una utilidad sensorial -si hay utilidades así- y una utilidad práctica -valga el pleonasmo-, pero tal vez no tenga ninguna utilidad ética, que es la que más se pregona.
Y se pregunta:
¿Son menos corruptos los que leen? ¿Son menos despóticos en sus trabajos o en sus casas? ¿Respetan más las señales de tráfico? ¿Sienten menos cólera, saben dominarla mejor? ¿Tienen mayor clarividencia política? ¿Son menos violentos?
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