Sobre la esencia y el origen de la poesía, Drummond de Andrade

El poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade, en uno de sus más bellos poemas sobre la esencia y el origen de la poesía, Procura de la poesía, advierte que esta no debe ser buscada en los acontecimientos o en los incidentes personales, ni en el gozo o dolor realmente sentidos. La confesión inmediata de los sentimientos aún no es poesía. Para él, el poeta debe buscar la poesía en el reino de las palabras y saber que su poema es una creación, un acto intencional, no una confesión.

No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte frente a la poesía.
Ante ella la vida es un sol estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, complemento y confortable cuerpo,
tan indefenso a la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu careta de gozo o de dolor en la oscuridad
son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que prevalecen sobre el equívoco e intentan el largo viaje.
Lo que piensas y sientes, eso todavía no es poesía.

No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es la música oída de paso; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza, nada significan.
La poesía (no extraigas poesía de las cosas)
elude sujeto y objeto.

No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas y supersticiones, vuestros esqueletos de familia,
desaparecen en la curva del tiempo, son inservibles.

No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Que se disipó, no era poesía.
Que se partió, cristal no era.

Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, mas no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Helos allí solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si oscuros. Calma, si te provocan.

Espera que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas en el suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concretada
en el espacio.

Acércate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil fases secretas sobre la neutra faz
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le des:
¿Trajiste la llave?

Repara:
yermas de melodía y de concepto,
ellas se refugian en la noche, las palabras.
Aún húmedas e impregnadas de sueño
rolan en un río difícil y se transforman en desprecio.



Drummond de Andrade fue un renovador del lenguaje poético por romper con la tendencia retoricista de los poetas anteriores e introducir el coloquialismo. Fue candidato al Nobel, premio que rechazó. En la web A media voz pueden leerse algunos de sus poemas.

1 comentario:

Iván Ruiz de Velasco dijo...

Pase por aquí. Saludos

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